En la escuela estaba mucho más calmada, a pesar de que no quería ni un poco estar allí, Alice prácticamente me obligó a asistir acompañándome hasta la puerta de cada una de mis clases.
A la salida ella ya no estaba, había cumplido el cometido.
Mi preocupación de que Edward pudiese haber matado a Alan, cada vez se hacía más grade; no podía imaginarme a mi Edward haciéndole daño a alguien, por más que aquel fuese un maldito. De todas formas, si llegó a ese punto, lo perdonaría, nada me importaba; pero no podía dejar de sentirme triste.
- Bella – me llamó Kevin un poco vergonzoso, todavía no habíamos hablado sobre lo del otro día, tampoco quería hablarlo. Lo miré con una sonrisa vacía. - ¿cómo estás?
- Bien, ¿tú? – pregunté casi sin ganas.
- Bien, quería preguntarte si estabas enfadado conmigo.
- No, Kevin. Todo esta bien
- Genial, estaba un poco preocupado también de que no hayas tropezado tanto como otros días hoy – dijo entre sonrisas. No podía no sonreír, era adorable a pesar de mi tristeza y carcajee durante un momento, al sentir que aquel chico ya sabía de mi trágica sorpresa a pesar del poco tiempo de conocernos, ya lo intuía, pero ahora lo comprobaba por completo – eso quería, una sonrisa. Te noté bastante apagada en las clases de hoy. ¿Quieres que tomemos algo para subirte ese ánimo?
- Todo está bien Kevin, de todas maneras estoy esperando a Edward – aquel nombre hizo que volviese la melancolía en mi.
- Lo se Bella, no te preocupes. Iré solo – dijo pero sin quitar su sonrisa, no era como todos los otros humanos que me intentaban pretender, el realmente se notaba feliz con que yo esperase a Edward, quería que yo fuese feliz. Luego de esperar un poco por Edward, me pidió que lo ayudase con Ciencias; sabía que esa no era la razón de que quisiese mi compañía. Pero necesitaba despejarme así que acepté, Edward no iba a volver ahora.
El viaje fue tranquilo, hablamos sobre diferentes grupos de música y libros; me sentí muy cómoda, no mencionó, ni filteó conmigo ni una sola vez, domo haría Mike o cualquier de los demás.
Al llegar a la casa, lo hice sentarse en la mesa de siempre y le serví otro café, parecía un “dejavú”.
- Siéntate traeré los materiales de Ciencias – dije mientras subía las escaleras, tropecé dos veces con mis propios pies.
Al entrar al cuarto, todo mi mundo se recompuso otra vez. Edward estaba sentado en mi cama, esperando por mi, su rostro estaba bajo y melancólico, lo podía sentir.
A pesar de la tranquilidad que me daba que Edward estuviese allí, recordé a Alan y a Edward, volví a sentirme afligida y con miedo.
- Edward, creí que no vendrías – dije y mi voz sonó un tanto pesada y decaída.
- Creí que no querías que viniese – su voz fue un puñetazo a mi sensibilidad, el sonido de su voz sonó roto y cortado.
- Edward, siempre quiero que vuelvas, no sería yo sin ti. Pero lo de esta tarde… - paré, no quería mencionarlo, con eso bastaría para que él se diese cuenta de que estaba hablando.
- Nada ha pasado, no lo maté – a penas oí aquello, mi sonrisa volvió a mi rostro y sentí que todo el peso del universo se alejaba de mi, volví a sentirme aliviada y tranquila. Corrí hacia él y lo abracé llena de felicidad. Edward pudo parar, yo sabía que podía hacerlo.
En un momento, todo cambio, algo pasó, algo que no comprendí, Edward me empujó con gran fuerza hacia atrás, terminé junto a la puerta, aunque sin ningún rasguño; se aseguró de no lastimarme.
- ¿Qué pasa Edward? – pregunté sorprendida por su reacción, pero intenté ser lo más apacible posible, no quería que se sintiese presionado, ni triste. Pero se movió rápidamente hacia la ventana, y pegó un gran salto – EDWARD – grité casi enloquecida, mis ojos se llenaron de lágrimas. ¿Qué había pasado, por qué me había dejado de esa manera?, ¿era mi culpa? ¿me pasé de la raya en haberlo abrazado en la forma en que lo hice?, pensé.
- ¿Bella? ¿Todo esta bien? – preguntó Kevin desde abajo con una voz un tanto preocupada.
- Si, ya voy.– dije pero mi voz sonó demacrada. En menos de un segundo tuve a Kevin frente de mi, abriendo la puerta, preocupado, con el ceño apretado sin entender nada.
- ¿Bella, qué pasa? ¿Te encuentras bien? – no pude responderle. Él se acercó a mí y se limitó a abrazarme, acepté el abrazo con toda fuerza, lo apreté junto a mí. Su calidez llenó mi pecho de tranquilidad, era una calidez humana que hace tiempo no sentía – calma pequeña – dijo tiernamente, por alguna extraña razón me llenaba de calma su voz. Dejé de llorar pausadamente, lo separé de mi aunque no tenía muchas ganas, pero no podía abusar de su generosidad y no quería que hubiese ningún tipo de confusión.
- Disculpa Kevin yo…
- …tranquila Bella, no te preocupes por mi. ¿Hablaste por teléfono con Edward? Sentí como gritabas su nombre. – claro, él había escuchado aquello. Él mismo me dijo una excusa perfecta, le agradecí habérmelo dejado tan fácil.
- Si, discutimos fuertemente y bueno, le grité pero me colgó – noté en sus ojos algo de furia. ¿Estaba enojado por lo que supuestamente había echo Edward?
Volví a agradecer, esta vez porque no supiese la verdad del porque había gritado aquel nombre; de seguro moriría en furia. Lo cual me avergonzaba y me parecía extraño. De cualquier forma, suspiró profundamente y me tomó de la mano, me llevó hacia abajo amablemente y me hizo sentar en la silla donde antes estaba él. Me preparó un te de tilo y me obligó prácticamente a que lo tomase, para poder tranquilizarme. Me preparó un sándwich, según él por miedo a que me desmayase y me dejó sola, me dejó mi espacio, no se abalanzó hacia mi con miles de preguntas y palabras terribles contra Edward, simplemente me dejó a solas, a pesar de que no tenía ganas de estarlo, no me negué quizás Edward aparecería.
- Gracias Kevin, no se como agradecértelo, ni siquiera entiendo como eres tan bueno y comprensivo conmigo.
- Tranquila Bella. Te dejaré pensar, es lo mejor para ti. – me dió un beso en la frente y se fue en un taxi que había pedido, no quiso que lo llevase.
Fui hacia mi cuarto y me acosté esperando a que Edward volviese para darme una explicación.
Pero aquello no pasó.
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