lunes, 22 de junio de 2009

CAPITULO X: MIEDOS

- No me importa Edward, solo me interesa estar contigo, lo demás es lo de menos.
- Si que eres loca Bella, ¿te parece lo de menos tu muerte?
- Si no puedo estar contigo, si – su rostro cambió radicalmente, ya no tenía aquella sonrisa pícara que tanto amaba, estaba enfurecido. Se levantó de repente quitando mi mano de la suya; se dirigió hacia la pared y estiró una mano para apoyarse, bajó su cabeza en dirección al suelo. Me levanté lentamente hacia él y lo tomé por la cintura suavemente.
- No vuelvas a decir eso Bella, hoy casi te matas y casi me matas a mi; no tienes ni una idea de lo importante que eres para mi, lo importante que es tu vida para mi existencia, eres todo mi mundo, si algo te llegara a pasar yo no podría seguir, yo no seguiría Bella.
- No digas eso, si a mi me llegara a pasar algo tu seguirías tu vida…
- …mi existencia Bella, lo que yo tengo no se puede llamar vida – su voz sonaba gruesa, melancólica – y no podría seguir con mi existencia, no lo haría, no podría, ni tampoco querría, ni quiero. Si algo te pasase yo… - su voz se puso aún más ronca y dudosa, había algo que me escondía. Algo que no me gustaba absolutamente ni un poquito.
- ¿Qué Edward, tú qué?
- Me destruiría – mis ojos se abrieron como platos y me alejé de él llena de confusión y miedo.
- No, no. ¿De qué hablas Edward? No puedes hacer eso, no puedes decir eso, ¿qué te pasa? Estás totalmente loco, tu no vas a hacer esa estupidez, tu familia te necesita – comencé a hablar ágilmente, tartamudeaba y a penas se entendía lo que decía, si Edward no fuese un vampiro de seguro preguntaría que había intentado decir.
- Calma Bella. Mi familia no necesita a un fantasma en la casa, porque eso seré si no estás conmigo. Por favor, no hablemos de esto. Mañana tienes que despertar temprano y Charlie nos puede escuchar.
- Excusas Edward, excusas, ambos sabemos que puedes leer a Charlie, ambos sabemos que no me interesa quedarme toda la noche hablando con vos, o toda mi vida.
- Bella, no quiero que hablemos más de esto, no cambiaré de opinión – se notaba ahora tranquilo y apacible.
- Promete que no harás esa estupidez – le ordené llena de ira.
- Mejor me voy Bella, adiós – se acercó a mi, me dió un rápido beso en la frente y se fue, me dejó allí parada llena de confusión y miedo. Realmente era capas de destruirse si algo me pasaba.
Bajé las escaleras rápidamente, tomé el teléfono y llamé a Alice, no me atendió, tenía que hablar esto con alguien, alguien que no se llenara de pánico y tomara las cosas con calma, alguien que no me tratara de loca al decirle que mi novio vampiro moriría por mi.
Al pensar en ello me di cuenta que Alice se volvería loca, aunque entendería lo que Edward decía, de todos modos era su hermano. Volví a marcar pero con un destino diferente.
- ¿Si? – dijo una voz dulce y medio dormida.
- Jacob, necesito que hablemos, te necesito Jacob – dije con los ojos llenos de lágrimas y con la voz llena de desesperación.
- ¿Bella? – su voz se notó ahora más despierta y con energía - ¿Qué te pasa? ¿estás bien?
- Si, pero necesito hablar contigo.
- De acuerdo, iré para allí.
- No, yo iré.
- Bella, está muy oscuro, tu… - corté antes que me empezara a dar sermones sobre mi seguridad, no tenía seguridad en mi propia casa, era capas de tropezarme con una simple pelusa.
Corrí lo más rápido que pude hacia mi auto, temía que Edward siguiese por allí, antes le dejé una nota a Charlie diciéndole que iba a ver a Jacob, que necesitaba hablar con él que después le contaba.
Arranqué con furia mi monovolumen, el ruidaje de seguro despertaría a Charlie, pero no me importó en el momento y seguí; pude sentir como un auto corría detrás de mí para alcanzarme, al mirar por el espejo retrovisor pude percibir que era el Volvo de Edward, aunque iba a una distancia considerable como para dejarme ser libre, a pesar de que odiase que fuera a ver a Jacob, debería saber que necesitaba hablar con él y me dejó mi espacio, solo estaba cuidando que no chocara o que alguna clase de alce me matara en el camino, o un mosquito quizás.
Pasé el límite de la reserva y Edward desapareció, claro que no podía pasar hacia aquel lado aunque quisiese.
Al llegar a la casa de Jacob él ya estaba allí esperándome con una cara de enojo, de seguro sería por mi irresponsabilidad de andar por estas horas en auto, corrí hacia él y lo abracé, automáticamente me puse a llorar.
- Bella, ¿qué sucede? – todo su enojo había desaparecido, ahora notaba su voz dulce y acogedora.
- Edward…
- …¿Qué te hizo ese chupasangre? lo mataré, juro que lo mataré – me interrumpió.
- No Jacob, no me hizo nada – me aparté de él – es que, el muy tonto piensa destruirse si me llega a pasar algo, no puedo permitir que algo así pase, no quiero que su fin sea por mi causa. Me desepera si quiera pensarlo.
- Bella, sabes siempre que puedes contar conmigo. Descuida, nada te pasara, de todos modos sabes que tienes otra opción por estos lares.
- Jacob. ¿Estoy diciéndote que estoy triste y tu solo intentas filtrar conmigo? – dije llena de furia.

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