Al despertar estaba en un hospital, llena de cosas en mis brazos, con dolor de cabeza y demasiado cansada, a pesar de eso comencé a moverme demasiado histérica.
- Edward, Edward – comencé a murmurar, me dolía al hablar, pero no me importaba.
- Calma cariño, Edward esta bien. Jacob también.
- ¿Qué pasó? – dije más calmada al ver a Charlie junto a mi bastante tranquilo.
- Te caíste como de costumbre cariño, caíste inconciente en la casa, Jacob estaba contigo y Edward justo iba a visitarte, y te trajeron hasta aquí.
- No me sorprende que me haya caído – dije casi murmurando, aún dolía y de seguro aquellos dos estaban bien. Todavía no había caído en mi de nada de lo que había pasado, Jacob claramente era un hombre lobo o algo así, pero ¿Edward?, de donde sacó tanta fuerza, ¿qué era lo que no sabía?
- ¿Necesitas algo Bells? – me interrumpió Charlie; negué con la cabeza.
- De acuerdo, iré a llamar a tu madre que debe de estar muy preocupada – quise matarlo, mi madre iba a estar como loca, sino era que ya estaba en camino para Forks. Charlie se fue y al mismo tiempo entró Jacob. Me miró vergonzoso, mientras yo lo miraba con cara de saber toda la verdad.
- ¿Cómo te sientes?
- ¿Qué diablos fue todo eso Jacob? – dije obviando su pregunta.
- Intenté advertirte Bells, disculpa, no quería que vivieses eso. – en ese momento entró Edward rápidamente y se puso a mi lado, otra vez se miraron como en mi casa. Yo me moví ágilmente, para descubrir que mi dolor era aún mas fuerte de lo que creía.
- Aw – lloriqueé. Ambos me miraron sumamente preocupados - ¿no van a pelear aquí también no es así? ¿Jacob puedes dejarme un momento con Edward, por favor? – pregunté amablemente aunque era una pregunta totalmente retórica, era o irse o irse, me miró con receleo y a Edward también para retroceder e irse.
Miré a Edward ansiosa y confusa.
- ¿Qué eres?
- No entiendo – me respondió usando su mejor cara de verdad, pero no era tonta, conmigo aquello no iba a servir ni un poco.
- No me subestimes Edward, quiero saber que paso, quien eres y que eres. Tengo derecho a saberlo.
- ¿Derecho? No lo tienes – dijo furiosos pero no reparé en ello, sabía que era para escaparse.
- Edward, por favor – cuando quise levantarme, volvió a dolerme todo, aunque quise evitar mi “sufrimiento” no tuve más remedio que poner una mueca de dolor.
- Descansa Bella, hablaremos después.
- No… - se fue antes de que pudiese decir algo más. Cavilé toda la noche sobre que era lo que había pasado, mi madre como estaba segura, llegó una hora después y se quedó conmigo toda la noche. No podía entender absolutamente nada, de seguro me estaban jugando una broma, eso era imposible. Trágicamente imposible, estaba segura que algo de malo o extraño había en Edward, y no iba a dejarlo pasar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario