lunes, 22 de junio de 2009

CAPITULO VII: UNA VEZ MAS

- Un poco. Pero no por lo que me dices, sino porque creer que estoy loca. – me miró con una difusa sonrisa en su boca.
- ¿Loca? Quizás, por mi parte también lo estoy; es una locura amarte como lo hago, juro haber hecho todo por no amarte, por escaparme de esta pasión, pero es tan imposible olvidarte, estoy totalmente perdido, ya no puedo disimularlo más – dijo mientras me miraba profundamente a los ojos, sentí que el alma se me iba del cuerpo, sentí que mi corazón ya no era mío. Lo veía morbosamente en sus manos ahora, era solamente de él, no me importaba que ser mitológico fuese. No me interesaba si era un vampiro, un hombre lobo, un humano o un maldito gnomo, solo que estaba profundamente enamorada y que nada más podría hacerme sentir lo contrario.
- Te amo Edward, es lo único que me importa – dije segura de mi misma, de lo que sentía como nunca jamás en mi vida.
- Y yo a ti pequeña descuidada. Eres asombrosamente extraña, sino estuviera seguro de que tu corazón late tan maravillosamente y que tu sangre es tan dulce, perfecta y que me atrae hasta enloquecer, podría jurar que eres vampiro. Ni siquiera intentaste escabullirte de mi, es como si te hubiese dicho que soy irlandés en realidad y no americano.
- Fue como si me hubieses dicho eso, no me interesa en lo más mínimo. No me has lastimado, al contrario, te has comportado mejor que cualquier otro. Para mi solo importa que estoy irrevocablemente enamorada de ti, eso es todo – se acercó a mi suavemente, me tomó de la mano, ahora entendía su frialdad y tampoco me importó, me dió un beso en ella y luego me acarició el rostro con suavidad.
Al otro día al llegar a clase, lo hicimos juntos en su Volvo, claro que éramos el centro de atención, bastante había tenido ya hace unos meses al haber llegado al lugar como para soportar esto, aunque ya era moneda corriente la atención para mi, de todas formas no me acostumbraba. Ni siquiera me podía sentir orgullosa de tener al hombre mas lindo del lugar, del país, del mundo y del universo, seguía ensimismada en mi vergüenza, no podía ni disfrutar este momento con Edward.
En las clases claro que no estábamos juntos en todas, hoy solamente tenía Biología con él, pero era al final del día, primero tenía que aguantar a todo el mundo hablando, murmurando y preguntándome cosas sobre la nueva bomba de Forks, mi venida con Edward.
- ¿Qué onda con Edward con Bella? – preguntó Jessica en el almuerzo, cuando aún me sentaba con mis compañeros, con un tono lleno de celos, eso me hizo sentir muy incómoda, Edward me había comentado luego de una larga noche sobre sus poderes de leer mentes y que la mía era la excepción a la regla, aquello me había aliviado un poco, más allá de la locura que era que Edward pudiese leer mentes, por lo menos la mía era para él un misterio aún. Pero no quería ni saber que había leído en la mente de todos los demás, sobre lo que Jessica pensaba, lo que Mike, Taylor y Eric pensaban sobre mi, luego de las mil proposiciones que me hicieron; aunque confiaba en la inteligencia de Edward, no lo conocía aún en aquella posición. Eso me hacía un poco feliz, imaginarme a Edward celoso, era algo extrañamente emocionante.
- Nada Jess, estamos algo así como saliendo
- ¿Con Edward Cullen? Cuídate Bella, ese chico no me parece nada confiable – claramente no era un intento de protegerme, sino de mantener alguna esperanza con él, aunque preferí no demostrar que me había dado cuenta. Asentí en forma de “todo estará bien” y tomé un poco de refresco, esperando que Edward apareciese por la puerta. Pero solo pude ver a Jacob que me miraba desde el otro lado, llamándome, eso no era absolutamente nada bueno, si Edward lo veía no sabía como podría reaccionar, aunque estando enfrente de tanta gente, dudaba que se largara a ser vampiro.
Pedí disculpas en la mesa y me levanté hacia donde estaba Jacob entre ágil, torpe y disimuladamente. Claro que con los nervios trastabille un par de veces con mis propios pies y estuve a punto de caerme enfrente de toda la gente que me miraba atenta.
- ¿Qué haces aquí Jacob? – le pregunté casi susurrando, tenía miedo de que Edward nos escuchara, no sabía que tanto poder auditivo tuviese.
- Necesitaba hablar contigo Bella, desde que pasó aquello no tuve posibilidad de aclarártelo.
- ¿Creí que no querías hacerlo? – le pregunté recelosa.
- En realidad no, pero debo Bella. No quiero que me tengas miedo, y sepas a quien tenerselo en realidad.
- No te tengo miedo – dije un poco a la defensiva.
- Bella, Edward es… - bajó la cabeza dramáticamente
- …un vampiro – dije antes de que aquello fuese mas largo e incómodo de lo que era por si solo. Subió el rostro rápidamente para encontrarse con mis ojos asustados de que Edward llegara y molestos porque él estuviese allí, aunque se notaba sorprendido, también estaba confuso.
- ¿Lo sabias? – preguntó mientras sus ojos se hacían cada vez más grandes.
- Lo supe anoche, se todo Jacob y no me importa.
- ¿No te importa que el sea un maldito chupa sangre? – preguntó lleno de… ¿odio?
- Jacob, no hables así de él. Compórtate – le ordené.
- ¿Comportarme? Estás loca Bella, definitivamente lo estás, sabes lo que ese maldito es y sin embargo sigues tan tranquila.
- Lo amo Jacob… - a penas dije aquello Jacob comenzó a temblar exageradamente otra vez, temí que se convertirse allí mismo, lo tomé de la mano y lo llevé casi a arrastras conmigo hacia los árboles para que si se transformarse por lo menos lo haría sin que nadie lo viese. No se negó, sabía que era lo mejor.
Al llegar al bosque, se tranquilizó y dejó de temblar un poco.
- Bella, no lo vuelvas a decir – me ordenó esta vez él, quería callarme pero era más fuerte que yo, mi torpeza llegaba hasta mis palabras.
- No puedo evitarlo Jacob, lo amo y tienes que aceptarlo – comenzó a temblar nuevamente aún con más ímpetu, en aquel momento apareció Edward y se puso de espaldas a mi entre Jacob y yo. No podía volver a suceder lo mismo que en casa.
- Jacob para, lastimaremos a Bella otra vez. Contrólate – la voz de Edward fue suave, aquello me sorprendió, verdaderamente intentaba calmar a Jacob.
- Cállate maldito chupasangre, tú no me dices lo que tengo que hacer – gruñó Jacob mientras aún temblaba.
- Por Bella Jacob – suplicó Edward, sonaba sincero.

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