miércoles, 24 de junio de 2009

CAPITULO XVIII: CALMA Y LOCURA

- Edward tranquilízate, nadie estaba haciendo absolutamente nada malo, te lo pido por lo que más quieras – dije mientras levantaba ambas manos intentando pararlo y yendo muy despacio para ponerme enfrente de Kevin. Sabía que Edward jamás iba a ser capaz de hacerme daño.
- ¡¡¡¡Bella!!!! – escuché un grito ensordecedor de mi padre. No podía estar pasando aquello. Edward se quedó posicionado en el mismo lugar, claro que si hubiese querido huir lo hubiese echo antes, pero no, se quedó allí mirándome.
- Edward vete por favor – dije entre lágrimas. Me miró un tanto desafiante, pero se fue lo más rápido que pudo; tomé a Kevin de la mano y corrimos hacia atrás de la casa para escondernos de mi padre. ¿Qué le iba a decir?, pensé.
- Disculpa Bella, disculpa. Todo esto es mi maldita culpa – la voz de Kevin estaba quebrada, realmente se sentía mal. Aunque estaba aún furiosa no quise hacerlo sentirse peor, de lo que seguro ya se sentía.
- Tranquilo Kevin, todo está bien. ¿Viniste en auto?
- Si, pero lo dejé lejos, tu padre no lo verá.
- Genial, quiero que te vayas cuando te lo diga, ¿de acuerdo? – asintió decidido, y terminamos de dar la vuelta hasta la entrada de mi casa, Charlie de seguro había ido hacia donde estábamos antes.
- Vete – le dije en susurros a Kevin, y de un momento a otro corrió lo más rápido que pudo hacia donde debería de haber dejado su auto. Por mi parte corrí hacia la puerta y me metí de lleno, antes de subir las escaleras me tropecé y caí de rodillas en el piso, sin dudarlo me levanté de un golpe y volví a correr. Subí hacia el baño y grité - ¡¡¡Papá!!! – oí como corría hacia la casa, al verlo me estremecí. Llevaba su escopeta en la mano con cara de susto.
- Bella, ¿dónde estabas?
- En el baño.
- No puede ser, yo entré hace un segundo luego de no verte en la cama.
- Es que fui hacia la parte de la lavadora, no podía dormir y me dediqué a buscar una remera que creí perdida. – me miró desconfiado, era una pésima mentirosa y nadie podría creerme eso. Dejó su revolver en donde siempre y cerró la puerta otra vez; y nos fuimos a dormir.
Toda la noche estuve esperando a Edward, no me había gustado nada la forma en la que se había comportado; entendía que Kevin se había pasado de la raya, pero no era una excusa de comportarse de esa manera. De todas maneras le extrañaba, el hermoso momento que habíamos vivido se convirtió en una pesadilla; mis intentos de dormir fueron en vano, me despertaba a tantos.
Apenas salió el sol, me levanté de un salto, tomé mi neceser y me di un baño caliente, profundo, para que pasase el tiempo y para descontracturarme; intenté no pensar en lo de la noche pasada, ni en Edward, eso haría que todos mis intentos de controlarme y relajarme se irían abajo.
Al llegar la hora de ir a la escuela, esperé que Edward pasase por mi, pero no lo hizo; enojada y afligida me subí a el monovolumen, monovolumen que creí que nunca volvería a usar, o por lo menos por un buen tiempo mientras tuviese a mi Edward llevándome y cuidándome siempre.
La primera clase se tornó tediosa, no la tenía con Edward, tampoco la tenía con Kevin lo cual me tranquilizó aún más.
Pero la segunda la tendría con los dos, Ciencias Sociales; aquello si que iba a ser lo peor de lo peor.
Caminé con Mike hasta el salón mientras me sentaba esperando que las cosas se pusieran feas, Kevin entró vergonzosamente mientras Jessica lo seguía hablando hasta por los codos, pero estaba segura que Kevin no escuchaba absolutamente nada de lo que le decía. Subió la mirada para verme sin saber donde sentarse, solo se quedó allí parado contra la pared, mientras Jessica un poco enfadada dándose cuenta ahora que no le prestaba atención y me miraba a mi, se sentó en su lugar observándome lo suficientemente enojada como para ni saludarme. De todas maneras no me importaba, tenía cosas peores en las que enfrentarme.
Bajé la mirada dispuesta a no volver a verlo; sentí un minuto más tarde como la silla contigua a la mía se movía cuidadosamente, al ver de reojo era Edward, no quise hablarle, aún me encontraba un poco molesta.
- Bella – dijo Edward con aquella hermosa voz. Cuando lo miré su rostro era melancólico, estaba arrepentido – lo siento, mi comportamiento fue totalmente inaceptable.
- Inaceptable es poco – refunfuñé – ni siquiera fuiste capas de volver.
- Necesitaba tranquilizarme – asentí un poco a la fuerza. Tomó mi mano suavemente, la llevó a su boca y me la besó de una forma sumamente amorosa. Tragué saliva, detestaba cuando caía a sus pies de una forma tan fácil, era tremendamente hermoso y mi vida era suya, ¿cómo luchar contra eso?
El profesor interrumpió nuestro hermoso momento, y de la peor forma.
- Kevin – dijo pensativo – aquí tienes tu banco. Siéntate donde te quede más cómodo – él tomó su banco y se puso al lado de Jessica. Los ojos de ella eran tremendamente brillosos. La clase se tornó un poco incómoda, Edward no paraba de mirarme, ni de mirar a Kevin. Yo no dejaba de mirar hacia abajo vergonzosamente y furiosa. Mis sentimientos eran brutalmente encontrados, ya no sabía como solucionar todo aquello. Necesitaba un poco de paz.
En el almuerzo me senté con Edward a solas.
- Bella – dijo Edward demasiado calmado, estaba intentando tranquilizarme. Tranquilizarme de algo que todavía ni yo sabía – necesito contarte una visión que tuvo Alice. Pero no quiero que te alarmes, ¿de acuerdo?
- Nunca le digas eso a una persona, se alarmará aún más – le comenté entre graciosa y curiosa. No sonrió, ni siquiera se movió. Volví a mi estado serio. - ¿Qué vio?
- Los Vulturis… - lo miré confusa
- …¿Quiénes son ellos Edward?
- Son el clan que controla el mundo de los vampiros, son los más poderosos. Viven en Italia, los líderes son Aro, Cayo y Marco.
- ¿Qué pasa con ellos?
- Se van a enterar de ti, y van a venir a corroborar si es verdad. – lo miré aún más confundida, no entendía de que me estaba hablando.
- ¿Eso qué quiere decir?
- Nada bueno Bella, nada bueno.

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