lunes, 22 de junio de 2009

BY BELLA: CAPITULO IX: LA FUGA

Estaba furiosa, llena de ira, ¿cómo podían comportarse de esta manera? Era como si fuese un paquete que tiene que ir a donde ellos quisieran, amaba a Edward pero no podía dejar que me manejara a su antojo.
El auto iba demasiado rápido, algo fuera de mí; la velocidad máxima a la que yo estaba acostumbrada a llevar eran 65 Km./h, pero con este auto hasta eso era demasiado comparado con mi viejo monovolumen; de todas maneras no podía ir más lento, mi furia no me lo permitía. Estaba cometiendo una locura, estaba siendo irresponsable, demasiado para lo que yo podía llegar a ser.
Aunque estaba segura que cualquiera de aquellos vampiros y licántropos llegarían a mi en menos de un segundo, no podía parar, no me iba a rendir, las puertas estaban trancadas, le daba gracias a dios de que las cerraduras fuesen automáticas. Podían romper la ventana si quisieran, pero tal vez me daría tiempo de llegar a la ciudad, allí no podían hacer nada fuera de lo humano.
Miré hacia un costado y visualicé a Edward corriendo sumamente rápido entre los àrboles, mis nervios no me dejaban ver nada, pero pisaba cada vez más el acelerador con lágrimas en mis ojos, me iba a matar, podría jurarlo.
- Ahh – grité con mucha fuerza al oír un estruendo en el techo del auto, miré hacia el costado para descubrir que Edward aún seguía allí corriendo. ¿Sería Jacob?, pensé.
Volví a mirar hacia la carretera, quise parar, pero al contrario de eso aceleré aún más, no quería ver a cuanto iba pero no sería menos de 120 Km./h, no estaba segura como no había derrocado, ni siquiera había vacilad hacia ningún costado, nunca había manejado mejor en toda mi vida. Quien estuviese arriba de mi techo comenzó a golpearlo con mucha fuerza, estaba segura que algo gritaba pero no podía oír nada de lo que decía.
Volví a saltar de un golpe, cuando al ver por mi ventana estaba Emmet lleno de rabia gritando como loco algo que todavía no podía oír, hice un poco de esfuerzo por escuchar cuando oí sutilmente "Estúpida Bella deja ya esto, no soportaré los ánimos de Edward si te pasa algo"
Abrí los ojos como platos, miré hacia el costado buscando nuevamente a Edward pero él ya no estaba ahí, en ese instante sentí como la puerta del lado del conductor se partía en dos y Edward entraba por ella.
- Bella, para ya – su voz era ronca, llena de furia, por primera vez, tenía miedo. Quedé mirándolo sin moverme – Bella para ya y mira hacia la carretera – volvió a ordenar. Paré lentamente, con aún más lágrimas en mis ojos. No quise ver a Edward, quien estaba respirando de una manera sumamente acelerada, podía sentirlo cerca de mi, podía sentir lo furioso que se encontraba en estos momentos conmigo.
- ¿Estás bien Bella? – preguntó más tranquilo.
- Si, creo que si. ¿Tu familia, los lobos? – mi voz sonaba temerosa, ahora yo me sentía mal, había reaccionado de una maneta estúpida a pesar de mi enojo.
- Estan bien Bella, decidieron mejor terminar la batalla y seguirte, después de todo tu eras por quién peleabamos. - tomó un pequeño respiro y comencó a hablar desesperadamente -No vuelvas a hacer una cosa como esta Bella, estuviste a punto de matarte. ¿Cómo crees que voy a vivir sin ti? ¿Cómo piensas que lo soportaré? Piensa en Charlie, el moriría.
- Disculpa, estaba furiosa.
- Lo se. Te Amo Bella, si pudiese llorar en este momento estaría teniendo un ataque. - sonriò tranquilamente sin demostrar muchas emociones.
- Quiero irme a casa.
- Te llevo – me tomó de la cintura y me puso en la parte de atrás, el viaje fue silencioso, al llegar Charlie ya estaba en casa, me bajé sin despedirme, estaba muriendo de vergüenza.
- ¿Bella? - ¿Quién más?, pensé.
- Si papá soy yo
- Te dejé pizza en la mesa, creí que ibas a llegar más tarde cariño.
- Esta bien papá – fui hacia el comedor saludé a Charlie, tomé un pedazo de pizza y fui hacia mi cuarto. Necesitaba pensar un poco; luego tomé mi neceser y fui hacia el baño a tomarme una buena ducha. Me miré al espejo para descubrirme a mi misma el día de hoy, no estaba segura si era yo, todavía no podía creer todo lo que estaba pasando, estaba enamorada de un vampiro y mi mejor amigo era un licántropo.
Me puse mi pijama más cómodo y me lancé rumbo a mi cuarto, a tirarme a la cama. Al entrar estaba Edward frente a mí, sentado en mi cama, mis ojos se abrieron como platos.
- ¿Edward?
- Bella – dijo con una sonrisa en su rostro, esa que me gustaba a mí.
- ¿Qué haces aquí? ¿Cómo…
- …ventana –se adelantó a mi respuesta.
- No debería estar aquí, pero no puedo dejarte sola ni por un instante, tengo miedo de que tropieces con una pluma y te mates – volvió a sonreir, mientras me acercaba a sentarme a su lado. Tomé su mano junto a la mia y me acerque a su boca. Él se alejó.
- ¿Que pasa Edward?
- No tientes al destino.
- ¿De que hablas?
- Quiero besarte, pero no se hasta que punto pueda detenerme.

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