Lo tenía enfrente de mí, estaba pronto para desgarrarle cada parte de su cuerpo y quemarlo en la más profunda hoguera.
- Te metiste con quien no debías – grité lleno de ira, nadie jamás iba a hacerle daño a Bella sin pagar las consecuencias.
- Edward, cariño. Tranquilízate – dijo una voz dulce, maternal. Era Esme quien estaba intentando calmarme, Carlise llegó junto con ella y se acercó a mí lentamente, tomó mi brazo el cual apretaba el cuello de aquel vampiro.
- Yo me encargo Edward.
- No, de ninguna manera, tú no serás capas de hacerle nada y él llevará la noticia a los Vulturis, sabrán de Bella – sentía mis ojos llenos de furia, temblaba, quería matarlo.
- Ya lo saben Edward, tu sabes eso. No servirá de nada, déjalo ir – aunque detestaba admitirlo, tenía razón, estaba leyendo en su mente todo lo que los Vulturis sabían, no podía dar marcha atrás ahora. Lo solté y me fui corriendo hacia el bosque en busca de tranquilidad.
- ¡¡Edward!! – gritó Emmet en un intento de pararme, pero no lo iba a hacer y vi como Carlisle lo tomaba por el hombro para decirle que parase, entendía que necesitaba mi espacio.
Corrí lo más rápido que pude sin destino alguno, no podía ir por Bella; sabía que la había lastimado por mi comportamiento, no paraba, anoche me había comportado de una forma machista y estúpida.
Y hoy había sido peor, no dejaba de lastimar a Bella, pero esto no era todo, recién estaba comenzando la historia.
Corrí durante dos horas hasta que me tranquilicé y decidí que era tiempo de ir a la escuela por Bella, la quería ver, la necesitaba, tenía que pedirle disculpas, decirle que todo estaba bien; pero al llegar me encontré con Kevin junto a ella.
Los malditos celos, que eran tan nuevos para mí, tan humanos, me llenaron de pies a cabeza, intenté calmarme, no podía cometer otro error.
Kevin no era un humano más, lo supe desde el día en que Bella lo llevó a su casa, sus pensamientos no eran como los de todos los otros que la pretendían; aunque mi recuerdo más fuerte sobre ese día era haber besado a Bella y haberla tocado en la forma en que lo hice sin volverme loco; no tenía dudas de que Bella era mi vida, por eso mismo sentía lo que sentía.
Volví a observar hacia Bella para descubrir que estaba riendo, de una forma que me llenó aún más de celos y de furia.
“Que hermosa sonrisa, como me gustaría besar esos labios tan perfectos, lastima que tienes a Edward. Pero no me mantendré alejado de ti, aunque tenga que ser solo tu amigo.” – maldito Kevin, no lo iba a descuartizar hoy, pero lo iba a ser muy pronto estaba seguro.
No alcanzaba con Mike, Taylor, Eric y Jacob, torturándome, para sumar uno más; temí por un segundo que Bella fuese realmente un vampiro, los chicos se volvían locos por ella tan pronto.
Pero luego recordé su olor, su cuerpo, su pelo, su forma de ser, y me dije a mi mismo que era lógico que nadie se pudiese resistir a aquella torpe chica; de todas formas era mi Bella, mi hermosa Bella, como yo era solo para ella.
- Todo está bien Kevin, de todas maneras estoy esperando a Edward – la voz de Bella sonaba melancólica, claro que me esperaba, pero no estaba segura de verme, ella debería creer que había matado al vampiro aquel, eso no le hacía feliz. Me sentí dichoso de que ella esperara por mi y que le dijese eso al tonto humano.
- Lo se Bella, no te preocupes. Iré solo - ¿iré solo?, ¿a dónde la había invitado? Busqué en los pensamientos de Kevin la respuesta, pero nada había.
“¿Cómo la convenzo?" – se preguntó.
- Bella, necesitaría que me ayudes un poco con Ciencias Sociales, tengo un par de dudas sobre uno de los autores. ¿Te molestaría ayudarme? Juro que es solo para eso, lo del otro día no fue algo que yo suelo hacer, y no voy a hacer lo más – “por ahora”, pensó el maldito - solamente es por eso.
- De acuerdo, te ayudaré. Vamos, creo que veré a Edward más tarde – Bella aún sonaba melancólica; pero era demasiado buena, Kevin la estaba engatusando y ella creía que era humilde.
Los seguí entre los árboles hasta la casa de Bella, se bajaron del monovolumen y entraron, me acerqué lo más que pude, y subí como cada vez por la ventana hacia el cuarto de Bella.
- Siéntate, traeré los materiales de Ciencias – sentí a Bella subir las escaleras torpemente, como me gustaba y me enfurecía aquello. Me senté en su cama, con la cabeza gacha y los codos en mis rodillas tomándome la cabeza con las manos. La puerta se abrió.
- Edward, creí que no vendrías – la miré melancólicamente, la amaba, sabía que la había herido. Aquellos ojos marrones enormes que tanto amaba estaban tristes por mi culpa estaban tristes.
- Creí que no querías que viniese – dije entrecortadamente y melancólico.
- Edward, siempre quiero que vuelvas, no sería yo sin ti. Pero lo de esta tarde… - se paró al hablar, su voz se llenó de pena.
- Nada ha pasado, no lo maté, no le hice absolutamente nada, lo dejamos ir – me miró con una gran sonrisa. Corrió hacia mi y me abrazó.
En ese instante paso algo inesperado; mi garganta se secó en de un solo golpe, el ardor era insoportable, Bella era dulce, apetitosa… la empujé hacia atrás con la suficiente fuerza para quitarla rapido pero sin herira, ella me miró sorprendida.
- ¿Qué pasa Edward? – preguntó amable y preocupadamente. No podía aguantar mas tiempo a su lado, tenia que huir, estaba demasiado sensible como para estar cerca de ella, no quería dañarla, me sentí un monstruo. – EDWARD – gritó desesperada y llena de miedo, pero no podía volver, no podía dar vuelta, era por su bien, seguía cometiendo errores.
Ahora la dejaba sola con Kevin, confiaba en ella; pero estaba seguro que ese humano me iba a traer problemas. Y que esta sed no pararia hasta no cazar y alejarme lo mas posible de ella.
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