martes, 30 de junio de 2009

Capitulo XXII: ALICE

Toda la noche supe esperarlo bien despierta por si venía como cada noche; intenté hacerme la dormida por si se le daba espiarme y lo atraparía infraganti, pero nada funcionó.

Él nunca apareció. Mis ojos reventaron en llanto demasiadas veces, no recuerdo haber llorado desde que decidí él primer día que vendría a Forks, vaya ironía; nada podía pararme, quería a mi Edward conmigo, lo necesitaba.

A la mañana siguiente, desayuné una cuenca de cereales como todas las mañanas, sola, sin Charlie; pero a diferencia de las demás mañanas, Edward tampoco me esperaba hoy fuera de casa en su flamante y brillante Volvo.

Ya era la segunda vez que me dejaba valerme por mi misma, no era que me molestase, siempre me valí por mi misma; pero sabía que esto no era algo común, eso me hacía temblar de nervios.

¿Qué había pasado con Edward?, me pregunté tantas veces que perdí la cuenta.

Me subí en mi monovolumen luego de acabar mis aseos y arreglos. No quería ir a la escuela, detestaba faltar, pero no tenía el suficiente poder como para ir, no quería ni siquiera ver a Edward, por un momento me desesperé y comencé a caer poco a poco en lo que estaba sucediendo.

Eso no podía ser bueno, tenía que escapar de todo el mundo, no quería rumores, no quería chusmeríos, no quería vampiros extravagantes intentando protegerme o dejarme, ni humanos que se abalanzaran por una salida conmigo.

Solo me quería a mi misma y mis pensamientos esta vez.

Decidí marchar hacia el bosque, no quería ir al claro, sería el primer lugar al que Edward iría al no encontrarme en la escuela, o mandaría a cualquiera de sus hermanos sino quisiese venir él por sus propios medios.

Aunque de todas maneras me encontraría, tarde o temprano, más temprano que tarde si se lo proponía; pero por lo menos tendría algunos minutos más para pensar.

En estos momentos que necesitaba soledad, si que odiaba que mi novio fuese un vampiro, al igual que su familia y mi mejor amigo un licántropo, con esos poderes olfativos.

Dejé la camioneta al lado del camino, me bajé y me aventuré en mi nueva mala decisión; caminé por un sendero perfectamente marcado; sabía que por más necesitada de soledad que estuviese, no podía desesperarme e ir por un lugar que no me vislumbrara la vuelta, me perdería y moriría de seguro tropezando con una hoja de árbol, haciendo adelanto a mi torpeza.

Luego de caminar algunos kilómetros, visualicé un tronco lo suficientemente seguro y alejado de la orilla para que yo pudiese sentarme sin caer al vacío; luego de haber tropezado un par de veces hasta llegar a él me senté derrotada y comencé a llorar nuevamente.

“¿Por qué Edward había actuado de esa manera?, ¿mi acercamiento a él pudo haberlo enloquecido y se fue por mi propia seguridad?, ¿pero por qué no volvió, aún estaría mal?, si fuese así tendría que ir por él”, pensé y me pregunté.

Pero no podía ir por él si estaba mal, que yo apareciese en su camino no iba a hacer que mejorase; yo era la causa pasase lo que le pasase.

El cielo estaba gris y el clima era frío, el que antes odiaba, pero ahora empezaba a amar, porque eso quería decir que Edward podría ir por allí y estar a mi lado sin taparse.

Pero ahora, ese día no era nada sin mi Edward.

- ¿Bella? – dijo una dulce y angelical voz. Me di vuelta de apuro, y como no podía ser de otra forma caí de una sola vez, pero aquella dulce pequeña me tomó por debajo y me subió sin problemas. Nunca me iba a acostumbrar que Alice, aquel duendecillo hermoso, tuviese más fuerza que un millón de hombres forzudos - ¿te encuentras bien? – me preguntó amablemente con una sonrisa en el rostro, de aquellas que tanto me hacían feliz.

Asentí con la cabeza siendo casi fría, aunque serlo con Alice era casi imposible - ¿Por qué faltaste a la escuela Bella?

- Tu lo sabes Alice – respondí al fin y la miré furiosa, aquella pregunta era completamente obvia, detestaba que me subestimasen de esa manera.

- Edward esta preocupado, me dijo que…

-….no, no Alice, no me digas nada. Te mandó él porque no quería venir, no podía, no me interesa sabes. Estoy cansada de que nadie me cuente nada, pero me hagan daño igual. Estoy cansada – volví a partir en llanto. Alice se acerco a mi, me tomó de la mano y me dió un gran abrazo. Un abrazo de marfil, de piedra, pero lleno de calidez y de amor. Me hizo sentir llena de protección, me hizo recordar mucho al abrazo que Kevin me había dado un día atrás, aunque el de aquel era un abrazo humano; era de contención desinteresada como este.

- Calma cariño. Ven – tomó mi mano y nos volvimos a sentar en el tronco, con cuidado de no volver a caerme, aunque la tenía a ella a mi lado por si algo pasase.

- ¿Qué paso con Edward Alice? – le pregunté llena de melancolía, atizbando los recuerdos de nuestros besos.

- Se sintio abarrotado por tu olor, por tu sangre Bella, tenia que irse, sino lo hacía te lastimaría. Sabes que Edward jamás se lo perdonaria, sabes que sin ti ya no sería nada. Eres todo para él Bella; ha esperado por ti muchos siglos, estoy segura que lo está haciendo desde antes que naciera. Solo necesita tu compresión – tragué saliva profundamente.

- Yo la tengo Alice, yo lo amo, nada más vale para mi sin él desde que lo conocí.

Es por eso que estoy asi, pero me siento indefensa, nada me dice, nada comparte conmigo.

- Te quiere proteger.

- Lo se, pero no lo esta haciendo bien, solo me daña mas. Necesito que me diga ciertas cosas antes de que pasen.

- Tu ya sabías que él no era capas de controlarse.

- Lo era Alice, lo era. Solamente lo abracé, hemos estado mas cerca que eso y nada ha pasado – mi voz cada vez era mas nerviosa y ansiosa.

- Bella, el no mide eso. Por favor, el intenta ser lo mas cuidadoso posible, el solo quiere tu felicidad.

- Mi felicidad es el

- Pero juntos, no tu muerta y él queriéndose matar porque te hizo daño. Se razonable – su voz sonó un poco más autoritaria, estaba enfermándose de mi.

- Alice – dijo una voz gruesa, pero dulce y llena de miedo detrás de nosotros. Al darnos vuelta vimos a Edward junto con Jasper.

Alice me miró y besó mi mejilla dulcemente, se acercó a Edward y tomó su mano en un apretón, en forma de consuelo y fuerza, luego siguió hacia Jasper y se tomaron las manos. Eran tan dulces y perfectos ellos dos.

Edward se acercó a paso humano hacia mi, con los ojos convalecientes y heridos..

lunes, 29 de junio de 2009

By Bella CAPITULO XXI: DESENCUENTRO Y ENCUENTRO

En la escuela estaba mucho más calmada, a pesar de que no quería ni un poco estar allí, Alice prácticamente me obligó a asistir acompañándome hasta la puerta de cada una de mis clases.
A la salida ella ya no estaba, había cumplido el cometido.
Mi preocupación de que Edward pudiese haber matado a Alan, cada vez se hacía más grade; no podía imaginarme a mi Edward haciéndole daño a alguien, por más que aquel fuese un maldito. De todas formas, si llegó a ese punto, lo perdonaría, nada me importaba; pero no podía dejar de sentirme triste.
- Bella – me llamó Kevin un poco vergonzoso, todavía no habíamos hablado sobre lo del otro día, tampoco quería hablarlo. Lo miré con una sonrisa vacía. - ¿cómo estás?
- Bien, ¿tú?
– pregunté casi sin ganas.
- Bien, quería preguntarte si estabas enfadado conmigo.
- No, Kevin. Todo esta bien
- Genial, estaba un poco preocupado también de que no hayas tropezado tanto como otros días hoy
– dijo entre sonrisas. No podía no sonreír, era adorable a pesar de mi tristeza y carcajee durante un momento, al sentir que aquel chico ya sabía de mi trágica sorpresa a pesar del poco tiempo de conocernos, ya lo intuía, pero ahora lo comprobaba por completo – eso quería, una sonrisa. Te noté bastante apagada en las clases de hoy. ¿Quieres que tomemos algo para subirte ese ánimo?
- Todo está bien Kevin, de todas maneras estoy esperando a Edward
– aquel nombre hizo que volviese la melancolía en mi.
- Lo se Bella, no te preocupes. Iré solo – dijo pero sin quitar su sonrisa, no era como todos los otros humanos que me intentaban pretender, el realmente se notaba feliz con que yo esperase a Edward, quería que yo fuese feliz. Luego de esperar un poco por Edward, me pidió que lo ayudase con Ciencias; sabía que esa no era la razón de que quisiese mi compañía. Pero necesitaba despejarme así que acepté, Edward no iba a volver ahora.
El viaje fue tranquilo, hablamos sobre diferentes grupos de música y libros; me sentí muy cómoda, no mencionó, ni filteó conmigo ni una sola vez, domo haría Mike o cualquier de los demás.
Al llegar a la casa, lo hice sentarse en la mesa de siempre y le serví otro café, parecía un “dejavú”.
- Siéntate traeré los materiales de Ciencias – dije mientras subía las escaleras, tropecé dos veces con mis propios pies.
Al entrar al cuarto, todo mi mundo se recompuso otra vez. Edward estaba sentado en mi cama, esperando por mi, su rostro estaba bajo y melancólico, lo podía sentir.
A pesar de la tranquilidad que me daba que Edward estuviese allí, recordé a Alan y a Edward, volví a sentirme afligida y con miedo.
- Edward, creí que no vendrías – dije y mi voz sonó un tanto pesada y decaída.
- Creí que no querías que viniese – su voz fue un puñetazo a mi sensibilidad, el sonido de su voz sonó roto y cortado.
- Edward, siempre quiero que vuelvas, no sería yo sin ti. Pero lo de esta tarde… - paré, no quería mencionarlo, con eso bastaría para que él se diese cuenta de que estaba hablando.
- Nada ha pasado, no lo maté – a penas oí aquello, mi sonrisa volvió a mi rostro y sentí que todo el peso del universo se alejaba de mi, volví a sentirme aliviada y tranquila. Corrí hacia él y lo abracé llena de felicidad. Edward pudo parar, yo sabía que podía hacerlo.
En un momento, todo cambio, algo pasó, algo que no comprendí, Edward me empujó con gran fuerza hacia atrás, terminé junto a la puerta, aunque sin ningún rasguño; se aseguró de no lastimarme.
- ¿Qué pasa Edward? – pregunté sorprendida por su reacción, pero intenté ser lo más apacible posible, no quería que se sintiese presionado, ni triste. Pero se movió rápidamente hacia la ventana, y pegó un gran salto – EDWARD – grité casi enloquecida, mis ojos se llenaron de lágrimas. ¿Qué había pasado, por qué me había dejado de esa manera?, ¿era mi culpa? ¿me pasé de la raya en haberlo abrazado en la forma en que lo hice?, pensé.
- ¿Bella? ¿Todo esta bien? – preguntó Kevin desde abajo con una voz un tanto preocupada.
- Si, ya voy.– dije pero mi voz sonó demacrada. En menos de un segundo tuve a Kevin frente de mi, abriendo la puerta, preocupado, con el ceño apretado sin entender nada.
- ¿Bella, qué pasa? ¿Te encuentras bien? – no pude responderle. Él se acercó a mí y se limitó a abrazarme, acepté el abrazo con toda fuerza, lo apreté junto a mí. Su calidez llenó mi pecho de tranquilidad, era una calidez humana que hace tiempo no sentía – calma pequeña – dijo tiernamente, por alguna extraña razón me llenaba de calma su voz. Dejé de llorar pausadamente, lo separé de mi aunque no tenía muchas ganas, pero no podía abusar de su generosidad y no quería que hubiese ningún tipo de confusión.
- Disculpa Kevin yo…
- …tranquila Bella, no te preocupes por mi. ¿Hablaste por teléfono con Edward? Sentí como gritabas su nombre.
– claro, él había escuchado aquello. Él mismo me dijo una excusa perfecta, le agradecí habérmelo dejado tan fácil.
- Si, discutimos fuertemente y bueno, le grité pero me colgó – noté en sus ojos algo de furia. ¿Estaba enojado por lo que supuestamente había echo Edward?
Volví a agradecer, esta vez porque no supiese la verdad del porque había gritado aquel nombre; de seguro moriría en furia. Lo cual me avergonzaba y me parecía extraño. De cualquier forma, suspiró profundamente y me tomó de la mano, me llevó hacia abajo amablemente y me hizo sentar en la silla donde antes estaba él. Me preparó un te de tilo y me obligó prácticamente a que lo tomase, para poder tranquilizarme. Me preparó un sándwich, según él por miedo a que me desmayase y me dejó sola, me dejó mi espacio, no se abalanzó hacia mi con miles de preguntas y palabras terribles contra Edward, simplemente me dejó a solas, a pesar de que no tenía ganas de estarlo, no me negué quizás Edward aparecería.
- Gracias Kevin, no se como agradecértelo, ni siquiera entiendo como eres tan bueno y comprensivo conmigo.
- Tranquila Bella. Te dejaré pensar, es lo mejor para ti.
– me dió un beso en la frente y se fue en un taxi que había pedido, no quiso que lo llevase.
Fui hacia mi cuarto y me acosté esperando a que Edward volviese para darme una explicación.
Pero aquello no pasó.

By Edward CAPITULO XX: EQUIVOCACIONES

Lo tenía enfrente de mí, estaba pronto para desgarrarle cada parte de su cuerpo y quemarlo en la más profunda hoguera.
- Te metiste con quien no debías – grité lleno de ira, nadie jamás iba a hacerle daño a Bella sin pagar las consecuencias.
- Edward, cariño. Tranquilízate – dijo una voz dulce, maternal. Era Esme quien estaba intentando calmarme, Carlise llegó junto con ella y se acercó a mí lentamente, tomó mi brazo el cual apretaba el cuello de aquel vampiro.
- Yo me encargo Edward.
- No, de ninguna manera, tú no serás capas de hacerle nada y él llevará la noticia a los Vulturis, sabrán de Bella
– sentía mis ojos llenos de furia, temblaba, quería matarlo.
- Ya lo saben Edward, tu sabes eso. No servirá de nada, déjalo ir – aunque detestaba admitirlo, tenía razón, estaba leyendo en su mente todo lo que los Vulturis sabían, no podía dar marcha atrás ahora. Lo solté y me fui corriendo hacia el bosque en busca de tranquilidad.
- ¡¡Edward!! – gritó Emmet en un intento de pararme, pero no lo iba a hacer y vi como Carlisle lo tomaba por el hombro para decirle que parase, entendía que necesitaba mi espacio.
Corrí lo más rápido que pude sin destino alguno, no podía ir por Bella; sabía que la había lastimado por mi comportamiento, no paraba, anoche me había comportado de una forma machista y estúpida.
Y hoy había sido peor, no dejaba de lastimar a Bella, pero esto no era todo, recién estaba comenzando la historia.
Corrí durante dos horas hasta que me tranquilicé y decidí que era tiempo de ir a la escuela por Bella, la quería ver, la necesitaba, tenía que pedirle disculpas, decirle que todo estaba bien; pero al llegar me encontré con Kevin junto a ella.
Los malditos celos, que eran tan nuevos para mí, tan humanos, me llenaron de pies a cabeza, intenté calmarme, no podía cometer otro error.
Kevin no era un humano más, lo supe desde el día en que Bella lo llevó a su casa, sus pensamientos no eran como los de todos los otros que la pretendían; aunque mi recuerdo más fuerte sobre ese día era haber besado a Bella y haberla tocado en la forma en que lo hice sin volverme loco; no tenía dudas de que Bella era mi vida, por eso mismo sentía lo que sentía.
Volví a observar hacia Bella para descubrir que estaba riendo, de una forma que me llenó aún más de celos y de furia.
“Que hermosa sonrisa, como me gustaría besar esos labios tan perfectos, lastima que tienes a Edward. Pero no me mantendré alejado de ti, aunque tenga que ser solo tu amigo.” – maldito Kevin, no lo iba a descuartizar hoy, pero lo iba a ser muy pronto estaba seguro.
No alcanzaba con Mike, Taylor, Eric y Jacob, torturándome, para sumar uno más; temí por un segundo que Bella fuese realmente un vampiro, los chicos se volvían locos por ella tan pronto.
Pero luego recordé su olor, su cuerpo, su pelo, su forma de ser, y me dije a mi mismo que era lógico que nadie se pudiese resistir a aquella torpe chica; de todas formas era mi Bella, mi hermosa Bella, como yo era solo para ella.
- Todo está bien Kevin, de todas maneras estoy esperando a Edward – la voz de Bella sonaba melancólica, claro que me esperaba, pero no estaba segura de verme, ella debería creer que había matado al vampiro aquel, eso no le hacía feliz. Me sentí dichoso de que ella esperara por mi y que le dijese eso al tonto humano.
- Lo se Bella, no te preocupes. Iré solo - ¿iré solo?, ¿a dónde la había invitado? Busqué en los pensamientos de Kevin la respuesta, pero nada había.
“¿Cómo la convenzo?" – se preguntó.
- Bella, necesitaría que me ayudes un poco con Ciencias Sociales, tengo un par de dudas sobre uno de los autores. ¿Te molestaría ayudarme? Juro que es solo para eso, lo del otro día no fue algo que yo suelo hacer, y no voy a hacer lo más“por ahora”, pensó el maldito - solamente es por eso.
- De acuerdo, te ayudaré. Vamos, creo que veré a Edward más tarde
– Bella aún sonaba melancólica; pero era demasiado buena, Kevin la estaba engatusando y ella creía que era humilde.
Los seguí entre los árboles hasta la casa de Bella, se bajaron del monovolumen y entraron, me acerqué lo más que pude, y subí como cada vez por la ventana hacia el cuarto de Bella.
- Siéntate, traeré los materiales de Ciencias – sentí a Bella subir las escaleras torpemente, como me gustaba y me enfurecía aquello. Me senté en su cama, con la cabeza gacha y los codos en mis rodillas tomándome la cabeza con las manos. La puerta se abrió.
- Edward, creí que no vendrías – la miré melancólicamente, la amaba, sabía que la había herido. Aquellos ojos marrones enormes que tanto amaba estaban tristes por mi culpa estaban tristes.
- Creí que no querías que viniese – dije entrecortadamente y melancólico.
- Edward, siempre quiero que vuelvas, no sería yo sin ti. Pero lo de esta tarde… - se paró al hablar, su voz se llenó de pena.
- Nada ha pasado, no lo maté, no le hice absolutamente nada, lo dejamos ir – me miró con una gran sonrisa. Corrió hacia mi y me abrazó.
En ese instante paso algo inesperado; mi garganta se secó en de un solo golpe, el ardor era insoportable, Bella era dulce, apetitosa… la empujé hacia atrás con la suficiente fuerza para quitarla rapido pero sin herira, ella me miró sorprendida.
- ¿Qué pasa Edward? – preguntó amable y preocupadamente. No podía aguantar mas tiempo a su lado, tenia que huir, estaba demasiado sensible como para estar cerca de ella, no quería dañarla, me sentí un monstruo. – EDWARD – gritó desesperada y llena de miedo, pero no podía volver, no podía dar vuelta, era por su bien, seguía cometiendo errores.
Ahora la dejaba sola con Kevin, confiaba en ella; pero estaba seguro que ese humano me iba a traer problemas. Y que esta sed no pararia hasta no cazar y alejarme lo mas posible de ella.

jueves, 25 de junio de 2009

CAPITULO XIX: MI CAZA

Edward de seguro se debió haber arrepentido de seguir contándome sobre los Vulturis, ya que cuando estuvo a punto de mencionarme toda la historia apareció Emmet disculpándose por llevárselo rápidamente, la costumbre de que Edward quisiera quedarse conmigo, no sucedió esta vez y se fue sin pensarlo.
Me levanté furiosa y me fui hacia mi monovolumen a terminar mi descanso esperando mi próxima clase. Puse la radio, aunque no le presté atención ni por un solo segundo, prefería que algún tipo de ruido llenase el monovolumen; lo que Edward me había dicho hace unos minutos me estaba revoloteando enloquecedoramente en el pensamiento, pero no podía llegar a nada, no tenía nada que pensar, ningún tipo de información. La frustración me envolvió durante unos minutos, hasta que decidí dar una vuelta, manejar me haría olvidar un poco y concentrarme en el camino, aunque fuese lo suficientemente miedosa como para no dejar de fijarme en el camino, mi huída reciente había echo que ya no confiara en mis miedos.
Recordé por un momento como Esme y Carlise me habían dicho luego de aquella fuga, que tenía que tranquilizarme, nada iba a ser fácil, pero si amaba a Edward como lo amaba, eran cosas que tenía que vivir. Rose por su parte, me detestó aún más por poner en peligro a su familia, pero según Edward estaba un tanto celosa de que Emmet actuara con tanta rabia y desesperación cuando yo tomé el auto y me fui de esa manera, pero Edward me dijo que no le prestara atención, ella era así. Alice y Jasper por su parte, se mantuvieron tranquilos, aunque Jasper nunca hacia nada que a Alice le molestara o le hiciese mal, aquellos dos eran uno solo.
En aquel momento un golpe extraordinario a mi monovolumen me hizo salir de mis recuerdos deliberadamente y volví en mi, miré hacia el velocímetro, pero llevaba una velocidad prudente, demasiado prudente no llegaba a los 35 km/h como para salirme del carril por ello.
Paré mi vieja carcasa amada para observar si no había pisado alguna clase de alce u otro animal, me bajé, pero nada había, mire los costados del monovolumen y nada, me quedé parada unos segundos pensativa, buscando en mi mente alguna conclusión lógica.
- Hola preciosa – dijo una voz espectral, me dí vuelta de un golpe y vi como un hombre me miraba desde el techo de mi auto de arriba a abajo, su piel era pálida como la luna, sus ojos y su pelo negros.
No dije nada, me quedé inmóvil allí mirando sus profundos ojos - ¿si que eres bella, Edward no es tonto? - ¿Edward?, lo conocía. ¿Sería uno de los Vulturis?, pensé.
Se bajó de un golpe y sin ninguna dificultad, se acercó a mi lentamente mientras me miraba como si yo fuese su presa – OH, que descortés no me he presentado aún. Soy Alan, debes de saber lo que soy por supuesto, soy un nómade que vino a cazar alguna especie en extinción, son mis favoritas. – rió un poco prepotente. – Isabella. ¿Cierto? – claro que no pude corregirle mi nombre como a todo el mundo, no estábamos hablando de un humano, era un vampiro que tenía ansias de comerme en ese preciso momento. Camine hacia atrás paso por paso, como si aquel fuese un león a punto de atacarme, aunque esto era peor.- No cariño, no me tengas miedo. No te hare daño – dijo entre sonrisas irónicas – no mucho – agregó.
Salí corriendo enloquecida hacia el bosque, sabia que de nada serviría, pero no podía quedarme allí parada sin hacer nada, por lo menos tenía que huir.
Comence a gritar para mis adentros “Edward ayúdame, estoy yendo hacia el bosque”, era un intento de que Alice viese algo fuerte y pudieran venir por mi.
Mientras intentaba no tropezar en mi intento de escape, peche contra un gran muro y caí hacia atrás muy fuertemente, estaba satisfecha de no haberme desmayado. Al ver hacia arriba nuevamente, vi que no era un muro, sino que era Alan que estaba mirándome serio, aún como un león a su presa. - Me encanta cuando mi presa quiere ponérmela difícil, son tan indefensos, pobres gatitos – su voz se lleno de satisfacción, realmente disfrutaba verme así, disfrutaba verme tan débil.
Se puso en cuclillas junto a mi, yo yacía en el suelo completamente, solo tenía levantada mi cabeza unos centímetros. Se abrió de piernas y se sentó encima de mi, era como si una aplanadora estuviese haciendo presión en mi pubis, se agachó y estuvo cara a cara conmigo, me olió como huele un perro y cerró los ojos. - Si que tienes un rico olor... apetitoso – se pasó la lengua por los labios en forma de degustación.
- ¡¡¡SUÉLTALA DESGRACIADO!!! – escuché una voz gratamente familiar y mi mundo se construyó de nuevo; Alan miró sorprendido hacia delante, se levantó algunos centímetros y Edward lo estampó contra la pared de un solo golpe.
Un segundo mas tarde tenía a Alice tomándome como a un bebe y subiéndome en su regazo. -Llévatela de aquí Alice – gritó Edward aún furioso. - No – dije casi en un grito - suéltame Alice – no sabía que estaba haciendo, pero no me quería ir, no quería dejar solo a Edward, no podía. - Bella, quédate quieta, sabes que no podrás conmigo y no te dejare aquí – dijo Alice con su dulce y angelical voz.
Alan se movió un centímetro para golpear a Edward pero Emmet y Jasper estaban allí para tomarlo cada uno de un brazo. Alice se quedo mirando un tanto atenta, todavía me encontraba en sus brazos, Rosalie estaba a nuestro lado observando pronta para atacar si fuese necesario.
- ¿Quién eres? ¿Qué quieres con Bella? – pregunto Edward furioso, "Alan conocía a mi vampiro, pero Edward no a él", pensé. Alan rió desenfrenadamente, burlónamente. Emmet le lanzó un puñetazo lleno de ira en el estómago y aquel dejo de reírse.
- Dilo ya – ordenó Jasper, un poco mas tranquilo pero desafiante. Alan no dijo nada; en aquel momento Edward mordio su cuello, aquel vampiro insolente abrió los ojos como platos.
- De acuerdo, de acuerdo, hablaré – dijo desesperadamente. No se que clase de efecto causaba que le mordiese el cuello, pero lo que fuese hizo que cambiara de idea.
- Los Vulturius me mandaron a buscar a Bella, no la iba a matar, solo me la iba a llevar – dijo lleno de pánico. Edward lo soltó al instante, mientras Emmet y Jasper aún lo sostenían. Me miró preocupado, mientras yo seguía en los brazos de Alice, me estremecí, aquella mirada no me traía paz.Volvió la mirada hacia Alan.
- Sabes que no saldrás de esta, no te dejare que lleves información – la voz de Edward me hizo estremecer aun mas, no era mi Edward. Las lágrimas comenzaron a rodar por mi rostro, lo iba a matar, Edward lo iba a matar.
- No lo hagas – dije lo suficientemente bajo como para que un humano no lo escuchase, pero si un vampiro.
- Disculpa Bella, es por tu proteccion, sabes que tiene que pasar – no me miro, esta vez, oí preguntarle a Alan algo sobre ¿para qué me querían los Vulturis?, pero antes de que pudiese escuchar la respuesta, Alice me llevo con ella hacia un lugar mas seguro mientras me cantaba una dulce canción para tranquilizarme.

miércoles, 24 de junio de 2009

CAPITULO XVIII: CALMA Y LOCURA

- Edward tranquilízate, nadie estaba haciendo absolutamente nada malo, te lo pido por lo que más quieras – dije mientras levantaba ambas manos intentando pararlo y yendo muy despacio para ponerme enfrente de Kevin. Sabía que Edward jamás iba a ser capaz de hacerme daño.
- ¡¡¡¡Bella!!!! – escuché un grito ensordecedor de mi padre. No podía estar pasando aquello. Edward se quedó posicionado en el mismo lugar, claro que si hubiese querido huir lo hubiese echo antes, pero no, se quedó allí mirándome.
- Edward vete por favor – dije entre lágrimas. Me miró un tanto desafiante, pero se fue lo más rápido que pudo; tomé a Kevin de la mano y corrimos hacia atrás de la casa para escondernos de mi padre. ¿Qué le iba a decir?, pensé.
- Disculpa Bella, disculpa. Todo esto es mi maldita culpa – la voz de Kevin estaba quebrada, realmente se sentía mal. Aunque estaba aún furiosa no quise hacerlo sentirse peor, de lo que seguro ya se sentía.
- Tranquilo Kevin, todo está bien. ¿Viniste en auto?
- Si, pero lo dejé lejos, tu padre no lo verá.
- Genial, quiero que te vayas cuando te lo diga, ¿de acuerdo? – asintió decidido, y terminamos de dar la vuelta hasta la entrada de mi casa, Charlie de seguro había ido hacia donde estábamos antes.
- Vete – le dije en susurros a Kevin, y de un momento a otro corrió lo más rápido que pudo hacia donde debería de haber dejado su auto. Por mi parte corrí hacia la puerta y me metí de lleno, antes de subir las escaleras me tropecé y caí de rodillas en el piso, sin dudarlo me levanté de un golpe y volví a correr. Subí hacia el baño y grité - ¡¡¡Papá!!! – oí como corría hacia la casa, al verlo me estremecí. Llevaba su escopeta en la mano con cara de susto.
- Bella, ¿dónde estabas?
- En el baño.
- No puede ser, yo entré hace un segundo luego de no verte en la cama.
- Es que fui hacia la parte de la lavadora, no podía dormir y me dediqué a buscar una remera que creí perdida. – me miró desconfiado, era una pésima mentirosa y nadie podría creerme eso. Dejó su revolver en donde siempre y cerró la puerta otra vez; y nos fuimos a dormir.
Toda la noche estuve esperando a Edward, no me había gustado nada la forma en la que se había comportado; entendía que Kevin se había pasado de la raya, pero no era una excusa de comportarse de esa manera. De todas maneras le extrañaba, el hermoso momento que habíamos vivido se convirtió en una pesadilla; mis intentos de dormir fueron en vano, me despertaba a tantos.
Apenas salió el sol, me levanté de un salto, tomé mi neceser y me di un baño caliente, profundo, para que pasase el tiempo y para descontracturarme; intenté no pensar en lo de la noche pasada, ni en Edward, eso haría que todos mis intentos de controlarme y relajarme se irían abajo.
Al llegar la hora de ir a la escuela, esperé que Edward pasase por mi, pero no lo hizo; enojada y afligida me subí a el monovolumen, monovolumen que creí que nunca volvería a usar, o por lo menos por un buen tiempo mientras tuviese a mi Edward llevándome y cuidándome siempre.
La primera clase se tornó tediosa, no la tenía con Edward, tampoco la tenía con Kevin lo cual me tranquilizó aún más.
Pero la segunda la tendría con los dos, Ciencias Sociales; aquello si que iba a ser lo peor de lo peor.
Caminé con Mike hasta el salón mientras me sentaba esperando que las cosas se pusieran feas, Kevin entró vergonzosamente mientras Jessica lo seguía hablando hasta por los codos, pero estaba segura que Kevin no escuchaba absolutamente nada de lo que le decía. Subió la mirada para verme sin saber donde sentarse, solo se quedó allí parado contra la pared, mientras Jessica un poco enfadada dándose cuenta ahora que no le prestaba atención y me miraba a mi, se sentó en su lugar observándome lo suficientemente enojada como para ni saludarme. De todas maneras no me importaba, tenía cosas peores en las que enfrentarme.
Bajé la mirada dispuesta a no volver a verlo; sentí un minuto más tarde como la silla contigua a la mía se movía cuidadosamente, al ver de reojo era Edward, no quise hablarle, aún me encontraba un poco molesta.
- Bella – dijo Edward con aquella hermosa voz. Cuando lo miré su rostro era melancólico, estaba arrepentido – lo siento, mi comportamiento fue totalmente inaceptable.
- Inaceptable es poco – refunfuñé – ni siquiera fuiste capas de volver.
- Necesitaba tranquilizarme – asentí un poco a la fuerza. Tomó mi mano suavemente, la llevó a su boca y me la besó de una forma sumamente amorosa. Tragué saliva, detestaba cuando caía a sus pies de una forma tan fácil, era tremendamente hermoso y mi vida era suya, ¿cómo luchar contra eso?
El profesor interrumpió nuestro hermoso momento, y de la peor forma.
- Kevin – dijo pensativo – aquí tienes tu banco. Siéntate donde te quede más cómodo – él tomó su banco y se puso al lado de Jessica. Los ojos de ella eran tremendamente brillosos. La clase se tornó un poco incómoda, Edward no paraba de mirarme, ni de mirar a Kevin. Yo no dejaba de mirar hacia abajo vergonzosamente y furiosa. Mis sentimientos eran brutalmente encontrados, ya no sabía como solucionar todo aquello. Necesitaba un poco de paz.
En el almuerzo me senté con Edward a solas.
- Bella – dijo Edward demasiado calmado, estaba intentando tranquilizarme. Tranquilizarme de algo que todavía ni yo sabía – necesito contarte una visión que tuvo Alice. Pero no quiero que te alarmes, ¿de acuerdo?
- Nunca le digas eso a una persona, se alarmará aún más – le comenté entre graciosa y curiosa. No sonrió, ni siquiera se movió. Volví a mi estado serio. - ¿Qué vio?
- Los Vulturis… - lo miré confusa
- …¿Quiénes son ellos Edward?
- Son el clan que controla el mundo de los vampiros, son los más poderosos. Viven en Italia, los líderes son Aro, Cayo y Marco.
- ¿Qué pasa con ellos?
- Se van a enterar de ti, y van a venir a corroborar si es verdad. – lo miré aún más confundida, no entendía de que me estaba hablando.
- ¿Eso qué quiere decir?
- Nada bueno Bella, nada bueno.

martes, 23 de junio de 2009

CAPITULO XVII: INSOLENCIA

Miré a Edward un poco desorientada, volví a mirar hacia la ventana para observar otra vez a Edward; estaba enfurecido, claro que él ya sabía quién era.

Levanté la puerta de la ventana para saludarlo más rápido así se iría más rápido, no quería que el momento se desasiera por culpa de un tonto chico; un frío aburmador golpeó en mi rostro y fruncí el ceño intentando alejarlo.

- ¿Qué haces aquí Kevin? – pregunté entre susurros, mi padre estaba en casa y no podía saber que tenía a un muchacho en la ventana, y menos que supiese que tenía a otro en mi cuarto, aunque nunca vería a Edward, tampoco quería que viese a Kevin, era demasiado para mi.

- Necesitaba hablar con vos Bella, disculpa la hora pero mis impulsos pudieron más – dijo un poco pícaro e inocente.

- Tengo un padre Kevin, que por casualidad es el Jefe de policía de Forks, ¿eso te dice algo? – le dije más nerviosa que enojada, aunque mi voz sonaba melancólica recordando el esfuerzo que Edward había echo por darme un beso, y cuando no solo había logrado eso, sino que mucho más, este tonto chico vino a quebrantarnos la paz y el amor.

- Lo se, pero de verdad necesito hablar contigo Bella. No quiero ser Romeo, pero juro que subiré hasta tu ventana – sentí como Edward gruñía amenazadoramente aún detrás de mi, lo suficientemente escondido como para que Kevin no lo viese, pero lo suficientemente cerca de mí como para sentir su cuerpo. Lo miré suavemente, pensando en lo irónico que sonaba el “Romeo” en la boca de otro que no fuese Edward – calma Edward, por favor – dije susurrando y volví a mirar a Kevin – ya voy.

- Te espero – Kevin dió media vuelta y puso sus manos en los bolsillos, dió un par de pasos hacia el bosque para esperarme; volví a mirar a Edward que estaba rabioso a más no poder.

- ¿Qué se supone que estás haciendo Isabella? – mi nombre completo en su boca me dió un pequeño escalofrío antes indetectable para mí.

- No quiero problemas, sino bajo estoy segura que no se irá, ¿o lo hará? – le dije esperando que su poder de leer mentes me ayudase en algo.

- No – dijo entre dientes furioso – Bella, tú sabes lo que haces, pero juro que lo mataré. En algún momento lo haré, lo que está pensando sabiendo que eres mi novia no es caballeroso para nadie.

- Edward, es humano, no podrá pelear contra ti ni por un segundo, no es como Jake.

- Exacto – dijo mientras mostraba sus dientes de una forma mucho más que aterradora. Tomé mi cazadora y bajé sigilosamente por las escaleras, intentando no despertar a Charlie y deseando no caerme.

Abrí la puerta y dí la vuelta a la casa hacia donde Kevin estaba. Al verme esbozó una amplia sonrisa de satisfacción. ¿Podía ser esto posible?

- Que sea rápido – ordené casi desafiante.

- Lo siento tanto Bella. Todavía no nos conocemos nada, y sin embargo estoy apareciendo en tu ventana en medio de la noche. – no dije nada, no quería decir nada, solo quería que terminase su explicación – pero necesitaba verte Bella. Tengo una extraña sensación contigo, juro que nunca me había pasado antes, no con esta fortaleza; no podía dejar de pensar en ti, no pude dormir, necesitaba verte. Necesitaba ver tus ojos café, tu piel pálida como la luna y tan hermosa – aquello era aún más irónico que lo de Romeo, quitando la parte de los ojos, estaba definiendo casi exactamente lo que un vampiro era. Quería que parara, Edward estaría escuchando toda la convers ación, no quería que por esta tontería Edward rompiese todo tipo de código y se mostrase tal cual es delante de Kevin, y si así fuese estaba segura que el final de Kevin era inevitable. No quería eso para nadie.

- Kevin por favor, escúchate, no tiene ningún tipo de sentido lo que estás diciendo - dije susurrando cada vez más.

- Lo se, Bella. Ese es el problema. Soy un muchacho demasiado racional y centrado como para que algo como esto me esté sucediendo, claro que no tiene sentido, por eso estoy aquí – me miró a los ojos profundamente, no podía creer lo que estaba pasando; Edward lo iba a matar, claro que lo haría, “estúpido Kevin”. Se acercó a mi y me tomó de la mano, intenté quitársela lo más correctamente posible sin humillarlo, ni volverme aún más loca y desesperada. – entiendo, Edward. - dijo vergonzoso - Soy un desubicado, no pude parar Bella eres tan perfecta. - volvió a acercarse aún más a mi mientras yo tragaba saliva.

- Hola – dijo una voz que pude reconocer sin voltear, sabía que iba a pasar. Vi como los ojos de Kevin se ensanchaban.

- ¡OH! – fue lo único que pudo decir, toda aquella verborragia que había tenido conmigo desapareció sin más al ver a Edward.

- ¿Me he perdido de algo acaso? – preguntó Edward irónico, voltee a verlo y tenía una sonrisa pícara pero enojada en su rostro. Suspiré profundamente y lo miré pidiendo a gritos con el pensamiento que fijara sus ojos en mí, para pedirle por favor que no le hiciera daño a Kevin, en este momento desee que pudiese leer mi mente para poder advertirle.

- No – dije decidida – mi amigo Kevin vino a visitarme.

- ¿A estas horas? – jugueteó molesto Edward.

- Disculpa, es mi culpa, casi obligué a Bella a que bajase. Mi intensión era buena.

- ¿Filetear con mi novia era una buena intensión? – preguntó Edward quitando la sonrisa irónica de su rostro, mostrando sus dientes, preparado para atacar.

lunes, 22 de junio de 2009

CAPITULO XVI: EL DESEO

- Iré contigo - aseguró Edward muy determinante, lo miré llena de ira.
- No irás conmigo, me invitó a mi e iré yo. Aunque claro que tú estarás ahí aunque no quiera, pero no conmigo en la casa. Es mi última palabra - me acerqué hacia el armario para sacar mi pijama.
Sin darme cuenta me desvestí delante de él, al darme vuelta aún semi desnuda para ponerme el pijama, vi como sus ojos me miraban sorprendidos y excitados. Me quedé mirándolo calmadamente pero admirando ambiciosamente la forma en la que me observaba, y dádome cuenta que ningúno de los dos se encontraba ya enojado.
- Bella, no puedes hacer esto, no cuando estoy enojado. Estas provocando a las bestias - sonó como chiste, pero su voz era ruda y reveladora.
- Disculpa - dije mientras subía el pijama para ponermelo antes de que desatara algo colosal en mi cuarto; pero antes de que pudiese elevarlo Edward ya estaba enfrente de mi quitándome el pijama de las manos, para luego ponermelo suavemente.
- ¿Qué haces Edward?
- Me gustan con mucha ropa - rió quisquilloso - es más emocionante y excitante a la hora de sacar.
- Sabes mucho de chicas - manifesté recelosa.
- La verdad es que nada, los pensamientos de la gente me hacen pensar estas cosas. De todos modos me gusta verte con ropa, me fascina alargar nuestros momentos.
- ¿Momentos?
- Estoy preparado Bella - estaba segura que si pudiese sonrojarse, Edward estaría echo un tomate.
- ¿Para qué? - pregunté imitando a la confusión, aunque me lo imaginaba, llegaría la hora del beso. No me respondió, tomó mi rostro lentamente y entrelazó sus dedos con mi pelo.
Respiró profundamente cerca de mi boca, tanto que pude sentir su aliento cálido y estimulante, me estremecí hasta que la piel se me puso de gallina.
Hizo pequeños círculos con su cabeza alrededor de mi boca, rozó sus mejillas con las mías, se acercó a mi cuello y me besó lentamente, luego dió un suspiro amenazador. Me agité.
- Tranquila Bella, todo esta bien - dijo en un intento de tranquilizarme, pero yo no tenía miedo, solo estaba absorvida en su olor, su piel, su aliento.
Luego me miró a los ojos y sonrió pícaramente, esa sonrisa que yo amaba profundamente, y posó sus labios con los míos; eran suaves, fríos, pero cálidos gracias a la pasión que desbordaba, me besó lentamente, no me moví, solamente mi boca actuaba, no quería forzar el momento y mandar todo al demonio.
Su lengua se atropelló con la mía en un intento de seducción, era lo más palpitante y excitante que había pasado en mi vida, creí que iba a explotar.
Al cabo de un minuto, mis manos estaban en su espalda y las suyas en mi cintura; me acarició lentamente la espalda, minetras hacía círculos pequeños en cada rincón con la yema de sus dedos.
Nos comenzamos a besar aún más apasionadamente, nuestros alientos estaban unidos en uno solo, necesité respirar un segundo, ya no bastaba hacerlo por la nariz, me estaba perdiendo.
Sus manos se posaron en mis muslos y me levantó de un solo golpe para dejarme encima suyo, me llevó ágilmente hacia la cama y me rescotó cuidadosamente.
Nos miramos durante unos segundos, mientras volvía a reír pícaramente, me dí cuenta que estaba buscando mi aprobación para seguir, no reaccionaba, pero no porque no quisiera que siguiese, sino porque no podía hacer absolutamente nada con lo que en ese momento estaba sintiendo. No se como, pero sonreí.
Entonces el volvió a tomarme la cintura; mis piernas estaban abiertas y las suyas estaban perfectamente puestas entre las mías.
Subía y bajaba mientras nos besábamos apasionadamente, me sorprendió lo muy concentrado y controlado que estaba; pero claro que todo no podía ser perfecto.
Un sonido en la ventana hizo que ambos dejásemos de besárnos, me levanté hacia la ventana para descubrir quién era. Quería morir.

CAPITULO XV: CONFUSIONES

Camino a casa no pude dejar de pensar en la charla con Alice; Kevin era un humano, a pesar de eso la noté nerviosa por demás y no me quiso ni mencioar cual era la razón; tenía la sensación de que algo me estaba escondiendo, pero se fué tan rápido que no me dió espacio para cuestionarle nada.
El monovolumen se encontraba cálido, Kevin se notaba calmo, cómodo y tranquilo escuchando un poco de música.
- Me encanta la música clásica, es algo maravillosamente profundo y tranquilo – dijo emocionado mientras escuchaba un poco de Chopin en la radio. Asentí un poco más tranquila y confiada - ¿Te encuentras bien Bella? Después de que hablaste con Alice te noté rara, se que no te conozco, pero noté eso.
- Si, si estoy bien. Gracias
– dije sin quitar la vista de la carretera.
Al llegar a casa, lo invité a sentarse en la mesa de la cocina, mientras servía dos tasas de café y subía por los cuadernos.
- Que bonita casa tienes Bella, es muy acogedora – dijo mientras miraba todo el alrededor. En ese instante tocaron el timbre, tuve un poco de temor de que fuese Edward. Al llegar era hasta peor.
- Jacob, ¿qué haces aquí? - pregunté un poco asustada y sorprendida de su presencia, estaba viendolo demasiado y él estaba siendo muy insistente. ¿También sabría algo como Alice?
- Vine a verte Bella – miré hacia atrás nerviosa, no quería tener otro problema, Jacob era sumamente importante para mi; aunque últimamente estaba un poco abrumador, de todas formas yo lo quería, y sabía lo problemático que sería si viese a Kevin allí. Me miró confuso y sospechoso -¿interrumpo algo? – preguntó un poco serio.
- En realidad…
-…Bella, ¿todo está bien?
– preguntó Kevin desde la cocina. La cara de Jacob se transformó, no era la voz que acostumbraba a oír.
- ¿Quién es Bella? Ese no es Edward.
- Eh…no, es
– balbuceé – Kevin, mi nuevo compañero de clase, estaba poniéndolo al día con la clase. – frunció el ceño y se metió en la casa para mirar hacia la cocina.
- Jake… - dije sin llamar su atención.
- Hola – dijo serio. Kevin se levantó de un golpe y se acercó hacia él, estiró la mano para saludarlo; Jacob ni se movió.
- Hola – repitió Kevin bajando la mano confuso – debes de ser Edward ¿no?
- No, soy Jacob el mejor amigo de Bella
– dijo aún más serio. Me acerqué a Jake, lo tomé de la cintura y lo volví hacia la puerta, no hizo mucho esfuerzo aunque sabía de lo que era capas.
- Por favor Jake, es solo un compañero de clase, es humano, no te comportes como un idiota otra vez – dije intentando ser lo más seria y amenazante posible – bastante voy a tener con Edward cuando vuelva - Frunció el ceño y se fue callado. Volví hacia la cocina y me senté en la mesa frente a Kevin.
- ¿Celoso tu amigo? - dijo mientras reía entre dientes.
- Un poco, discúlpalo, tiene esos ataques, pero no te preocupes se le va a pasar y sino, no importa – le expliqué en que consistía cada clase y le dí mis cuadernos para que pudiese pasarlos, nos mantuvimos un largo rato charlando sobre diferentes cosas, entre política, literatura, historia; era agradable charlar con aquel chico, podía ser un buen amigo.
- Bella, este viernes pienso hacer una fiesta en casa por mi llegada, en realidad mis padres lo pretenden, me gustaría que fueras, si quieres claro.
- Oh. Voy a preguntarle a Charlie
– la verdadera razón era Edward, pero me sentía un poco tonta de decirle el porqué – y luego te digo, ¿te parece?
- Claro Bella, de verdad me gustaría que vinieses, me caes muy bien, nos divertiremos
– lo dijo como si fuésemos solo nosotros a aquella fiesta, temblé un poco con la idea; no quería otro pretendiente en mi vida, solo le quería a Edward.
Lo de mi olor debería de funcionar para todos, solo en Forks claro, de donde vengo nunca fui capas de llamar la atención a nadie, lo que me daba tranquilidad.
Kevin se fue y cociné algo para Charlie, luego me fui a mi cuarto a intentar descansar. Al entrar Edward estaba allí sentado en mi cama con una cara que no me esperaba, estaba enojado.
Lo miré con una gran sonrisa, pero él no me la devolvió.
- ¿Qué pasa Edward?
- ¿Por qué el chico nuevo estuvo tanto tiempo en esta casa?
– preguntó sumamente serio, aquello me hizo recordar a Jacob y a lo que le había dicho; claro que con Edward me bastaba y me sobraba.
- Vino a ponerse al día con las clases. - contesté inocentemente.
- No me gusta nada ese chico
– en ese instante recordé lo que Alice me había dicho, de seguro había hablado con ella o algún pensamiento de Kevin que pudo llegar a oír lo hizo enfurecer.
- ¿Por qué? – pregunté seria y enojada de todos modos.
- Le gustas Bella, como a todos los demás, es un humano tonto – dijo irónico y burlón hacia aquello último, me enfurecí aún más al escuchar la forma en que lo dijo.
- Yo también soy humana Edward, recuérdalo – su rostro cambió inevitablemente hacia un tono de melancolía.
- Disculpa Bella, no quise decir eso.
- Te pasas de sobre protector Edward, entiendo que quieras cuidarme, pero estás exagerando, llegas al punto de fastidiarme.
- De verdad lo siento Bella. ¿Irás a su fiesta?
– lo fulminé con la mirada, había escuchado cada palabra que hablamos, eso me enfurecía aún más.
- Si, claro que iré, ¿por qué no iría? – claro que mi primer pensamiento cuando Kevin me lo preguntó, fue un No, pero luego de esto tenía que mantener mi autosuficiencia como la mujer madura que era.

CAPITULO XIV: INTUCIONES

El día transcurrió tranquilo, el “chico nuevo” estuvo conmigo en la misma clase de Literatura, la última materia del día. Todos se habían lanzado a hablarle, sentía de alguna manera pena por él, sabía lo que se sentía ser el juguete nuevo de estos niños aventureros.
Al terminar la clase me dirigí hacia mi monovolumen lista para marchar a casa para esperar un día triste sin Edward.
- Hola – dijo una vos ronca y fuerte, pero dulce cuando estaba por entrar a mi auto. Al darme vuelta tenía a Kevin enfrente de mi - ¿Bella verdad? – sonreí ante la idea de no tener que corregirle mi nombre como a todos los demás. Asentí curiosa.
- Soy Kevin Carper, aunque ya lo debes de saber, aquí los chicos nuevos son como lucecitas de colores para niños; Jessica me dijo que entraste hace poco así que lo debés de entender a la perfección. Por lo que veo tenemos clases juntos – a pesar de que habló demasiado para lo que yo estaba acostumbrada a soportar, era agradable.
- Si, Literatura por lo menos, ¿qué otras clases tienes? - me sorprendí mientras me descubría formulando una pregunta para alargar la conversación.
- Biología, Álgebra y Ciencias Sociales.
- Biología y Ciencias está dentro de las mías
– sonrió tranquilamente, su sonrisa era dulce; no era tan hermosa como la de Edward, ni con tanta luz como la de Jacob, pero era digna de observar.
- Te dejo ir, no quiero abalanzarte con preguntas, se lo que se siente. Hasta mañana Bella – dijo dulcemente y se fue. Al mirar hacia el costado pude observar como Alice me miraba más preocupada que hoy, pensaba que había sido por Jacob pero claramente era por algo más. ¿Habrá visto algo sobre este chico nuevo?, ¿será humano?
Me subí a mi monovolumen, suspiré profundo al recordar a Edward, detestaba cuando no estaba a mi lado, lo extrañaba demasiado, me sentía como si me hubiesen partido a la mitad, claro que la mitad de mi corazón, mi alma y mi ser estaban con él todo el tiempo, y lo estaría hasta el fin de los tiempos.
Llegué y cociné una hamburguesa con un poco de arroz, la comí a los apuros y subí para poder escribirle un mail a René antes de que le diera un ataque de nervios; prendí la computadora y mientras esperaba que cargara me fui a dar un baño.
Tenía dos mails:
Cariño, espero que estés bien, que todo marche tranquilamente. Tu padre me contó que estaban bien con Edward. Cuídate mi vida. Te extraño.
El segundo no era tan dulce como el primero.
Bella, contesta mis mails. Dudo que no tengas cinco minutos para contestarle a tu pobre madre.
No tuve más remedio que responderle, aunque no tenía mucho para decirle.
Mamá, no te contesto porque no tengo nada que contarte. Si, estamos muy bien con Edward. Yo también te extraño.
Apagué la computadora y me dirigí a comer algo, Edward no iba a venir hasta dentro de un día más, no soportaba la idea de que mañana tampoco lo tuviese a mi lado. Esa noche dormía a pesar de todo tranquilamente alucinando con que si dormía más rápido, más rápido vería a mi vampiro angelical.
Al otro día, me encaminé a la clase de Ciencias Sociales, mi banco iba a estar vacío al igual que mi día sin Edward. Para mi sorpresa, al entrar al salón Kevin se sentaba en el lugar de Edward, eso me incomodó bastante. Me dirigí a mi asiento torpemente, tropezando con una mochila en el piso, pude observar cuando volví a mi posición que Kevin esbozaba una dulce sonrisa, eso me hizo sonrojar, la única persona que me conocía que todavía no sabía que era torpe, ahora ya estaba advertido de la amenaza que podía llegar a ser.
- Hola Bella – dijo Kevin un poco ansioso y alegre.
- Hola
– miré hacia delante para prestar atención aunque la clase aún no había comenzado.
- Me sentaré junto a ti por el día de hoy, no te preocupes cuando vuelva Edward me iré a otro lugar, todavía no han traído un banco para mi.
- Esta bien, no pregunté nada de todas maneras.
- Lo se, pero Jessica me dijo que aquí se sentaba tu novio y no quería que tuvieses problemas.

- Jessica. Que raro que esté entrometiendose en mi vida
– dije un poco enfadada. El sonrió pícaro.
- No te preocupes, prometo mantener el secreto
– no pude contenerme y eché una sonrisita. Sentí como Jessica me miraba de reojo, no quería ni saber lo que estaba pensando. Aunque si estuviese Edward...
- ¿Quieres ir a tomar un café luego de clases, necesito un poco de orientación en las materias para ponerme al día?
– aquella pregunta me sorprendió, lo miré un poco extrañada sin saber que responder.
- De acuerdo
– fruncí el ceño confusa de mi respuesta.
La clase continuó tranquila, agradecí que no volviese a hablar conmigo, y que mantuviera la distancia. Al terminar la clase nos dirigimos hacia mi monovolumen para ir a casa; antes de poder subirme Alice me llamó a lo lejos para que me acercara. - Disculpa Kevin, ya vengo, sube a mi camioneta mientras tanto – abrí la puerta para que pudiese subir y fui hacia Alice.
- ¿Qué pasa Alice? – dije un poco nerviosa al saber de que se trataba.
- ¿Qué se supone que estás haciendo? - me preguntó mientras funcía el ceño incrédula.
- Yendo con mi compañero a ponerlo al día con las materias.
- Bella, por favor, ten cuidado -
me advirtió dulcemente.
- ¿De qué hablas? ¿Has visto algo? ¿Kevin es humano verdad Alice? - su rostro no me estaba dando tranquilidad.

CAPITULO XIII: CHICO NUEVO

Corrí rápido hacia mi monovolumen, aún más triste; me sentía usada, traicionada y llena de miedo. Fui rumbo a mi casa; no tuve otra alternativa que enfurecerme con Jacob, lo necesitaba como amigo, no como un estúpido casanova. Lo tenía a mi lado de todos modos en su forma lobuna siguiendo mis pasos, me sentía una tonta, no solo por su comportamiento, sino porque en menos de un día me había metido en los suficientes líos como para escribir un libro de ciencia ficción, aunque en este momento mi vida era más que eso.
Llevaba a poca velocidad el monovolumen, no solo porque no podía ir más rápido sino porque no quería volver a cometer el mismo error.
Puse una canción que no reconocí, pero que era muy suave así que la dejé, de esa manera podría tranquilizarme. No quería ni imaginarme todo lo que Charlie me iba a decir, todo lo que Edward me iba a decir, y todavía tenía que enfrentarme a la familia de Edward gracias a mi fuga de esta tarde.
Sobrepasé la línea de la reserva, creí que Jacob iba a parar pero no lo hizo, ¿no pararían mis problemas?, tenía la culpa, pero de todos modos, también tenía un gran toque de mala suerte.
A penas pasé la línea, Edward ya estaba allí con su Volvo el cual estaba sin puerta de acompañante ahora, manejaba con furia y recelo, lo podía sentir.
Tuve la amabilidad de parar el auto esta vez, y él hizo lo mismo, corrió ágilmente hacia mi, luego de cerrar la puerta con furia, en menos de un segundo estuvo a mi lado abriendo la puerta.
- Lo mataré, claro que lo mataré sin ninguna duda – dijo lleno de nervios, lo miré confusa y fruncí el ceño.
- ¿Qué pasa Edward? ¿De qué hablas?
- De Jacob.
- Ah, me olvidaba de tu capacidad de leer mentes. Tus celos no pueden...
-… nada de celos Bella, tuvo la capacidad de hacerte doler cuando lo necesitabas, eso me importa. Por eso lo mataré – me interrumpió mientras se oía aún más furioso. Lo miré enojada.
- Tu tuviste la misma capacidad de hacerme doler y sin embargo aquí estás pretendiendo que nada pasó – se me quedó mirando lleno de melancolía y sorpresa, no se esperaba venir aquello.
- Bella, por favor se razonable.
- Nada de razonable Edward, quiero que tú lo seas – dió un gran suspiro y me miró a los ojos profundamente, mientras yo aún me encontraba en mi asiento atenta a su reacción.
- Bella, no cambiaré de opinión. Tu misma lo dijiste, ¿qué harías tu si yo dejara de existir? – mis ojos se llenaron de lágrimas automáticamente escuché aquello, claro que moriría y lo entendí al escucharlo esta vez en sus labios. Dejé que todo pasara y fuimos hacia casa cada uno en su auto para no dejarlos varados. Jacob desapareció, de seguro al ver a Edward y a mi juntos, debería de haber dado la vuelta.
Aquella noche me dormí enseguida a su lado.
Al otro día ya en el colegio, todos me miraban como si fuese un bicho, ¿es qué nunca pasaría de moda mi presencia?
Edward hoy no vendría a clase, iba a cazar con Emmet. El día transcurriría muy tranquilo; fui a mis respectivas clases y en el almuerzo me senté como siempre con mis amigos.
Alice, Rosalie y Jasper, estaban en la mesa de siempre.
- ¿Bella? – dijo Ángela entre susurros, la miré por lo bajo para poder saber que decía sin llamar la atención – alguien te busca, es el mismo chico de la otra vez.
Miré hacia la ventana y allí estaba Jacob nuevamente para mi sorpresa, aquello era como un maldito "deyavú", solo suspiré con un poco de alivio por la idea de que Edward no se encontraba en el instituto; aunque si sus hermanos y de seguro le dirían.
Me levanté lentamente, mientras sentía la mirada de todos en mí nunca y más las de sus hermanos. Observé de reojo para comprobar que Alice me miraba con confusión, Jasper con nerviosismo y Rosalie con desprecio. Salí y caminé hacia Jacob.
- ¿Qué haces aquí Jacob? – pregunté susurrando aún, no sabía que tan agudos podían ser los sentidos de aquellos vampiros.
- Me quedé triste por lo de ayer, tu me necesitabas y me comporté como un idiota – el sonido de su voz sonaba intranquilo y lleno de tristeza.
- Todo esta bien Jacob.
- Se que no y disculpa, solo quería subirte el ánimo, realmente no quería hacerte sentir así, no quería que te fueras de esa manera. ¿Cómo te sientes hoy?
- ¿Importa acaso? Estoy bien Jack y tengo clase por cierto, debería de irme.
- Por favor Bella, discúlpame - sonaba suplicante, estaba segura que en cualquier momento se pondría de rodillas.
- Bella, Bella. Disculpa que te interrumpa pero tengo un chisme de muerte – dijo Jessica llena de emoción, era chusma pero se había pasado de la raya. La miré un poco enojada, pero me había salvado de una conversación a la que no queria asistir, así que suspiré por dentro.
- ¿Qué pasa Jess? – pregunté entre enojada y aliviada.
- Alguien nuevo entro al colegio, deberías venir a ver - ¿nuevo? Genial, dejaría de ser el centro de atención por fin, alguien ganaría mi lugar, pensé – es un chico, uno muy guapo por cierto, Bella. Ven – me tomó de la mano y me tiró de un golpe, si que era imprudente, miré a Jacob tirándole un saludo de despedida y entre arrastrada como un perro por Jessica.
Nos sentamos en nuestra mesa, los hermanos de Edward aún me miraban confusos, mientras Jessica estiraba su mano para mostrarme al nuevo chico.
- Ahí esta – su mano se dirigió hacia un chico morocho, de ojos miel, con pelo castaño y de gran porte, su cuerpo era musculoso y alto, vestía una camisa marrón claro y unos vaqueros – Kevin se llama, Kevin Carper. ¿Si que es guapo no lo crees Bella?


CAPITULO X: MIEDOS

- No me importa Edward, solo me interesa estar contigo, lo demás es lo de menos.
- Si que eres loca Bella, ¿te parece lo de menos tu muerte?
- Si no puedo estar contigo, si – su rostro cambió radicalmente, ya no tenía aquella sonrisa pícara que tanto amaba, estaba enfurecido. Se levantó de repente quitando mi mano de la suya; se dirigió hacia la pared y estiró una mano para apoyarse, bajó su cabeza en dirección al suelo. Me levanté lentamente hacia él y lo tomé por la cintura suavemente.
- No vuelvas a decir eso Bella, hoy casi te matas y casi me matas a mi; no tienes ni una idea de lo importante que eres para mi, lo importante que es tu vida para mi existencia, eres todo mi mundo, si algo te llegara a pasar yo no podría seguir, yo no seguiría Bella.
- No digas eso, si a mi me llegara a pasar algo tu seguirías tu vida…
- …mi existencia Bella, lo que yo tengo no se puede llamar vida – su voz sonaba gruesa, melancólica – y no podría seguir con mi existencia, no lo haría, no podría, ni tampoco querría, ni quiero. Si algo te pasase yo… - su voz se puso aún más ronca y dudosa, había algo que me escondía. Algo que no me gustaba absolutamente ni un poquito.
- ¿Qué Edward, tú qué?
- Me destruiría – mis ojos se abrieron como platos y me alejé de él llena de confusión y miedo.
- No, no. ¿De qué hablas Edward? No puedes hacer eso, no puedes decir eso, ¿qué te pasa? Estás totalmente loco, tu no vas a hacer esa estupidez, tu familia te necesita – comencé a hablar ágilmente, tartamudeaba y a penas se entendía lo que decía, si Edward no fuese un vampiro de seguro preguntaría que había intentado decir.
- Calma Bella. Mi familia no necesita a un fantasma en la casa, porque eso seré si no estás conmigo. Por favor, no hablemos de esto. Mañana tienes que despertar temprano y Charlie nos puede escuchar.
- Excusas Edward, excusas, ambos sabemos que puedes leer a Charlie, ambos sabemos que no me interesa quedarme toda la noche hablando con vos, o toda mi vida.
- Bella, no quiero que hablemos más de esto, no cambiaré de opinión – se notaba ahora tranquilo y apacible.
- Promete que no harás esa estupidez – le ordené llena de ira.
- Mejor me voy Bella, adiós – se acercó a mi, me dió un rápido beso en la frente y se fue, me dejó allí parada llena de confusión y miedo. Realmente era capas de destruirse si algo me pasaba.
Bajé las escaleras rápidamente, tomé el teléfono y llamé a Alice, no me atendió, tenía que hablar esto con alguien, alguien que no se llenara de pánico y tomara las cosas con calma, alguien que no me tratara de loca al decirle que mi novio vampiro moriría por mi.
Al pensar en ello me di cuenta que Alice se volvería loca, aunque entendería lo que Edward decía, de todos modos era su hermano. Volví a marcar pero con un destino diferente.
- ¿Si? – dijo una voz dulce y medio dormida.
- Jacob, necesito que hablemos, te necesito Jacob – dije con los ojos llenos de lágrimas y con la voz llena de desesperación.
- ¿Bella? – su voz se notó ahora más despierta y con energía - ¿Qué te pasa? ¿estás bien?
- Si, pero necesito hablar contigo.
- De acuerdo, iré para allí.
- No, yo iré.
- Bella, está muy oscuro, tu… - corté antes que me empezara a dar sermones sobre mi seguridad, no tenía seguridad en mi propia casa, era capas de tropezarme con una simple pelusa.
Corrí lo más rápido que pude hacia mi auto, temía que Edward siguiese por allí, antes le dejé una nota a Charlie diciéndole que iba a ver a Jacob, que necesitaba hablar con él que después le contaba.
Arranqué con furia mi monovolumen, el ruidaje de seguro despertaría a Charlie, pero no me importó en el momento y seguí; pude sentir como un auto corría detrás de mí para alcanzarme, al mirar por el espejo retrovisor pude percibir que era el Volvo de Edward, aunque iba a una distancia considerable como para dejarme ser libre, a pesar de que odiase que fuera a ver a Jacob, debería saber que necesitaba hablar con él y me dejó mi espacio, solo estaba cuidando que no chocara o que alguna clase de alce me matara en el camino, o un mosquito quizás.
Pasé el límite de la reserva y Edward desapareció, claro que no podía pasar hacia aquel lado aunque quisiese.
Al llegar a la casa de Jacob él ya estaba allí esperándome con una cara de enojo, de seguro sería por mi irresponsabilidad de andar por estas horas en auto, corrí hacia él y lo abracé, automáticamente me puse a llorar.
- Bella, ¿qué sucede? – todo su enojo había desaparecido, ahora notaba su voz dulce y acogedora.
- Edward…
- …¿Qué te hizo ese chupasangre? lo mataré, juro que lo mataré – me interrumpió.
- No Jacob, no me hizo nada – me aparté de él – es que, el muy tonto piensa destruirse si me llega a pasar algo, no puedo permitir que algo así pase, no quiero que su fin sea por mi causa. Me desepera si quiera pensarlo.
- Bella, sabes siempre que puedes contar conmigo. Descuida, nada te pasara, de todos modos sabes que tienes otra opción por estos lares.
- Jacob. ¿Estoy diciéndote que estoy triste y tu solo intentas filtrar conmigo? – dije llena de furia.

BY BELLA: CAPITULO IX: LA FUGA

Estaba furiosa, llena de ira, ¿cómo podían comportarse de esta manera? Era como si fuese un paquete que tiene que ir a donde ellos quisieran, amaba a Edward pero no podía dejar que me manejara a su antojo.
El auto iba demasiado rápido, algo fuera de mí; la velocidad máxima a la que yo estaba acostumbrada a llevar eran 65 Km./h, pero con este auto hasta eso era demasiado comparado con mi viejo monovolumen; de todas maneras no podía ir más lento, mi furia no me lo permitía. Estaba cometiendo una locura, estaba siendo irresponsable, demasiado para lo que yo podía llegar a ser.
Aunque estaba segura que cualquiera de aquellos vampiros y licántropos llegarían a mi en menos de un segundo, no podía parar, no me iba a rendir, las puertas estaban trancadas, le daba gracias a dios de que las cerraduras fuesen automáticas. Podían romper la ventana si quisieran, pero tal vez me daría tiempo de llegar a la ciudad, allí no podían hacer nada fuera de lo humano.
Miré hacia un costado y visualicé a Edward corriendo sumamente rápido entre los àrboles, mis nervios no me dejaban ver nada, pero pisaba cada vez más el acelerador con lágrimas en mis ojos, me iba a matar, podría jurarlo.
- Ahh – grité con mucha fuerza al oír un estruendo en el techo del auto, miré hacia el costado para descubrir que Edward aún seguía allí corriendo. ¿Sería Jacob?, pensé.
Volví a mirar hacia la carretera, quise parar, pero al contrario de eso aceleré aún más, no quería ver a cuanto iba pero no sería menos de 120 Km./h, no estaba segura como no había derrocado, ni siquiera había vacilad hacia ningún costado, nunca había manejado mejor en toda mi vida. Quien estuviese arriba de mi techo comenzó a golpearlo con mucha fuerza, estaba segura que algo gritaba pero no podía oír nada de lo que decía.
Volví a saltar de un golpe, cuando al ver por mi ventana estaba Emmet lleno de rabia gritando como loco algo que todavía no podía oír, hice un poco de esfuerzo por escuchar cuando oí sutilmente "Estúpida Bella deja ya esto, no soportaré los ánimos de Edward si te pasa algo"
Abrí los ojos como platos, miré hacia el costado buscando nuevamente a Edward pero él ya no estaba ahí, en ese instante sentí como la puerta del lado del conductor se partía en dos y Edward entraba por ella.
- Bella, para ya – su voz era ronca, llena de furia, por primera vez, tenía miedo. Quedé mirándolo sin moverme – Bella para ya y mira hacia la carretera – volvió a ordenar. Paré lentamente, con aún más lágrimas en mis ojos. No quise ver a Edward, quien estaba respirando de una manera sumamente acelerada, podía sentirlo cerca de mi, podía sentir lo furioso que se encontraba en estos momentos conmigo.
- ¿Estás bien Bella? – preguntó más tranquilo.
- Si, creo que si. ¿Tu familia, los lobos? – mi voz sonaba temerosa, ahora yo me sentía mal, había reaccionado de una maneta estúpida a pesar de mi enojo.
- Estan bien Bella, decidieron mejor terminar la batalla y seguirte, después de todo tu eras por quién peleabamos. - tomó un pequeño respiro y comencó a hablar desesperadamente -No vuelvas a hacer una cosa como esta Bella, estuviste a punto de matarte. ¿Cómo crees que voy a vivir sin ti? ¿Cómo piensas que lo soportaré? Piensa en Charlie, el moriría.
- Disculpa, estaba furiosa.
- Lo se. Te Amo Bella, si pudiese llorar en este momento estaría teniendo un ataque. - sonriò tranquilamente sin demostrar muchas emociones.
- Quiero irme a casa.
- Te llevo – me tomó de la cintura y me puso en la parte de atrás, el viaje fue silencioso, al llegar Charlie ya estaba en casa, me bajé sin despedirme, estaba muriendo de vergüenza.
- ¿Bella? - ¿Quién más?, pensé.
- Si papá soy yo
- Te dejé pizza en la mesa, creí que ibas a llegar más tarde cariño.
- Esta bien papá – fui hacia el comedor saludé a Charlie, tomé un pedazo de pizza y fui hacia mi cuarto. Necesitaba pensar un poco; luego tomé mi neceser y fui hacia el baño a tomarme una buena ducha. Me miré al espejo para descubrirme a mi misma el día de hoy, no estaba segura si era yo, todavía no podía creer todo lo que estaba pasando, estaba enamorada de un vampiro y mi mejor amigo era un licántropo.
Me puse mi pijama más cómodo y me lancé rumbo a mi cuarto, a tirarme a la cama. Al entrar estaba Edward frente a mí, sentado en mi cama, mis ojos se abrieron como platos.
- ¿Edward?
- Bella – dijo con una sonrisa en su rostro, esa que me gustaba a mí.
- ¿Qué haces aquí? ¿Cómo…
- …ventana –se adelantó a mi respuesta.
- No debería estar aquí, pero no puedo dejarte sola ni por un instante, tengo miedo de que tropieces con una pluma y te mates – volvió a sonreir, mientras me acercaba a sentarme a su lado. Tomé su mano junto a la mia y me acerque a su boca. Él se alejó.
- ¿Que pasa Edward?
- No tientes al destino.
- ¿De que hablas?
- Quiero besarte, pero no se hasta que punto pueda detenerme.

BY EDWARD: CAPITULO VIII: MI TORPE BELLA

No había nada que hacer, Jacob se iba a transformar en un lugar donde todos pudiesen descubrir lo que éramos y Bella estaría en peligro, tenía que irme de allí de cualquier manera. Bella todavía estaba detrás de mí, mientras la tomaba por la cintura sin quitarle los ojos de encima a Jacob.
- Quédate quieta – le susurré a Bella mientras ella cinchaba por intentar interponerse otra vez entre Jacob y yo, no aprendía más, la primera vez de sufrimiento no le alcanzó, quería volver a ponerse en el medio de nosotros, pero esta vez no lo iba a permitir, no iba a dejar que nada ni nadie dañara a mi Bella.
- Pero Edward, Jake… - la tomé en mis brazos y comencé a correr, me miró confusa.
- ¿Qué haces? No podemos dejar a Jake así, nos seguirá…OH dios santo, me voy a marear, estoy segura, me voy a marear – dijo Bella llena de pánico al darse cuenta de la velocidad en la que la llevaba. Quería saber que pensaba, pero en esta ocasión podría asegurar que estaba desando no vomitar.
- Calma Bella, todo irá bien – intenté tranquilizarla, pero ella seguía allí llena de pánico, tenía ganas de parar, abrazarla, mecerla y cantarle una canción para calmarla, pero Jacob nos perseguía y solo pensaba en como matarme para quedarse con Bella, podría jurar que lo mataría, pero sabía que Bella sería infeliz y no soportaría lastimarla de alguna manera, aunque ella de seguro iba a buscar la forma de hacerlo por sus propios medios.
Seguí corriendo, en un minuto estuve en casa, Jacob estaba mucho más atrás, entré a la habitación demasiado alborotado, mientras Carlise, Esme, y mis hermanos me miraban impacientes, Alice de seguro pudo saber lo que yo había decidido, no podía saber lo que Jacob había decidido, no podía sentirlos; Alice corrió hacia mi y tomó a Bella en sus brazos, que parecía enferma y preocupada demás.
La dejó en el sillón, mientras Esme ya tenía un vaso de agua en sus manos para dárselo a Bella.
- Jasper, Emmet vengan conmigo, tenemos que parar a Jacob – dije un poco furioso ahora que ya no tenía más a Bella en mis brazos y sabía que estaba cien por ciento protegida.
- No le hagan daño por favor – susurró Bella aún indefensa por el viaje, asentí seguro y salimos ágilmente hacia fuera.
La cosa era mucho peor de lo que todos creían, al salir no solo estaba Jacob sino su manada también. Los ojos de Emmet y de Jasper se pusieron inquietos, no esperaban eso, yo si, los pude escuchar discutir sobre como ponerse en la casa para atacar. Dos segundos más tarde tenía a mis costados a Rose, Alice, Carlise y Esme.
Se escuchó un rugido, mientras Sam pensaba “Devuélvanos a la chica y todo quedará en paz”, Todos estaban convertidos en licántropos, solo yo podía saber lo que decían gracias a la virtud de leer sus mentes.
- Ni lo sueñes – grité ronco, todos me miraron ansiosos y confusos.
- ¿Qué dijeron Edward? – preguntó Carlise tranquilamente.
- Quieren que les de a Bella – mi voz sonaba aún más ronca, estaba furioso, esto había llegado muy lejos y no iba a dejar a Bella irse con ellos de ninguna manera.
- Por favor, seamos coherentes, tengamos una charla civilizada… - otro gruñido aún más desgarrador proveniente evidentemente de Jacob, interrumpió el intento de tranquilizar el momento de Carlise. “¿Civilizado? No puedo hablar así con unos chupasangre, ya denos a Bella” – aquello me hizo enfurecer aún más, estaba seguro que no iba a poder hacer lo que Bella me pidió, Jacob acabaría en mis manos.
- Quiere que le demos a Bella si o si – acorté las palabras, sabía que a ninguno le gustaría escuchar “chupasangre” en boca de chuchos. Eso armaría una pelea inminente.
- Antes sobre nuestros cadáveres manga de chuchos – dijo Emmet entre irónico y enojado, para él esto era una buena pelea a la que ganar. Él y sus ganas de aventura no paraban.
- BASTA – escuché una voz que no tenía nada que ver con ninguna de las que escuchaba en la confrontación. ¿Podía ser posible? ¿Bella podía ser tan cabeza dura de seguir metiéndose en líos de esta manera? Me dí vuelta para descubrir que mis miedos eran reales, allí estaba Bella pálida como siempre, pero sin estar enferma ahora. Furiosa, llena de melancolía.
- ¿Qué se creen? ¿Qué soy un maldito paquete?
- Bella, entra. No estamos para juegos – dije intentando que se retractara y volviese a la casa, aunque estaba seguro que no lo haría.
- NO – ¡Bingo! – no me iré a ninguna parte, dejen de hacer estas cosas, son ridículos – dijo aún más furiosa, aquello me volvía de los pelos, pero a la vez me gustaba; era hermosa cuando estaba enojada, era hermosa siempre.
- Vete Bella, es mejor que lo hagas – susurró tiernamente Esme. Ella se volvió hacia atrás y dió media vuelta, aquello había dado resultado, me sentí un poco tonto de que le hiciese caso a Esme y no a mi, pero sabía el tacto de madre que Esme podía tener.
Volví mis ojos hacia Jacob que había pensado algo que me había echo enfurecer hasta explotar, “no te hace caso chupasangre, me parece que no sabes manejarla, yo estoy seguro que lo haré mejor que tú”.
Le tiré una mirada asesina, pero en aquel instante sentí un ruido fugaz de un auto, mi auto. Voltee aterrado, no quería ni pensar que era lo que yo estaba temiendo. Todos miramos hacia donde provenía el ruido, Bella se había subido a mi auto y estaba manejando a mil por hora; eso me asustaba, Bella odiaba aquella rapidez, temía que chocara, era demasiado torpe para poder salir ilesa de aquella aventura.

CAPITULO VII: UNA VEZ MAS

- Un poco. Pero no por lo que me dices, sino porque creer que estoy loca. – me miró con una difusa sonrisa en su boca.
- ¿Loca? Quizás, por mi parte también lo estoy; es una locura amarte como lo hago, juro haber hecho todo por no amarte, por escaparme de esta pasión, pero es tan imposible olvidarte, estoy totalmente perdido, ya no puedo disimularlo más – dijo mientras me miraba profundamente a los ojos, sentí que el alma se me iba del cuerpo, sentí que mi corazón ya no era mío. Lo veía morbosamente en sus manos ahora, era solamente de él, no me importaba que ser mitológico fuese. No me interesaba si era un vampiro, un hombre lobo, un humano o un maldito gnomo, solo que estaba profundamente enamorada y que nada más podría hacerme sentir lo contrario.
- Te amo Edward, es lo único que me importa – dije segura de mi misma, de lo que sentía como nunca jamás en mi vida.
- Y yo a ti pequeña descuidada. Eres asombrosamente extraña, sino estuviera seguro de que tu corazón late tan maravillosamente y que tu sangre es tan dulce, perfecta y que me atrae hasta enloquecer, podría jurar que eres vampiro. Ni siquiera intentaste escabullirte de mi, es como si te hubiese dicho que soy irlandés en realidad y no americano.
- Fue como si me hubieses dicho eso, no me interesa en lo más mínimo. No me has lastimado, al contrario, te has comportado mejor que cualquier otro. Para mi solo importa que estoy irrevocablemente enamorada de ti, eso es todo – se acercó a mi suavemente, me tomó de la mano, ahora entendía su frialdad y tampoco me importó, me dió un beso en ella y luego me acarició el rostro con suavidad.
Al otro día al llegar a clase, lo hicimos juntos en su Volvo, claro que éramos el centro de atención, bastante había tenido ya hace unos meses al haber llegado al lugar como para soportar esto, aunque ya era moneda corriente la atención para mi, de todas formas no me acostumbraba. Ni siquiera me podía sentir orgullosa de tener al hombre mas lindo del lugar, del país, del mundo y del universo, seguía ensimismada en mi vergüenza, no podía ni disfrutar este momento con Edward.
En las clases claro que no estábamos juntos en todas, hoy solamente tenía Biología con él, pero era al final del día, primero tenía que aguantar a todo el mundo hablando, murmurando y preguntándome cosas sobre la nueva bomba de Forks, mi venida con Edward.
- ¿Qué onda con Edward con Bella? – preguntó Jessica en el almuerzo, cuando aún me sentaba con mis compañeros, con un tono lleno de celos, eso me hizo sentir muy incómoda, Edward me había comentado luego de una larga noche sobre sus poderes de leer mentes y que la mía era la excepción a la regla, aquello me había aliviado un poco, más allá de la locura que era que Edward pudiese leer mentes, por lo menos la mía era para él un misterio aún. Pero no quería ni saber que había leído en la mente de todos los demás, sobre lo que Jessica pensaba, lo que Mike, Taylor y Eric pensaban sobre mi, luego de las mil proposiciones que me hicieron; aunque confiaba en la inteligencia de Edward, no lo conocía aún en aquella posición. Eso me hacía un poco feliz, imaginarme a Edward celoso, era algo extrañamente emocionante.
- Nada Jess, estamos algo así como saliendo
- ¿Con Edward Cullen? Cuídate Bella, ese chico no me parece nada confiable – claramente no era un intento de protegerme, sino de mantener alguna esperanza con él, aunque preferí no demostrar que me había dado cuenta. Asentí en forma de “todo estará bien” y tomé un poco de refresco, esperando que Edward apareciese por la puerta. Pero solo pude ver a Jacob que me miraba desde el otro lado, llamándome, eso no era absolutamente nada bueno, si Edward lo veía no sabía como podría reaccionar, aunque estando enfrente de tanta gente, dudaba que se largara a ser vampiro.
Pedí disculpas en la mesa y me levanté hacia donde estaba Jacob entre ágil, torpe y disimuladamente. Claro que con los nervios trastabille un par de veces con mis propios pies y estuve a punto de caerme enfrente de toda la gente que me miraba atenta.
- ¿Qué haces aquí Jacob? – le pregunté casi susurrando, tenía miedo de que Edward nos escuchara, no sabía que tanto poder auditivo tuviese.
- Necesitaba hablar contigo Bella, desde que pasó aquello no tuve posibilidad de aclarártelo.
- ¿Creí que no querías hacerlo? – le pregunté recelosa.
- En realidad no, pero debo Bella. No quiero que me tengas miedo, y sepas a quien tenerselo en realidad.
- No te tengo miedo – dije un poco a la defensiva.
- Bella, Edward es… - bajó la cabeza dramáticamente
- …un vampiro – dije antes de que aquello fuese mas largo e incómodo de lo que era por si solo. Subió el rostro rápidamente para encontrarse con mis ojos asustados de que Edward llegara y molestos porque él estuviese allí, aunque se notaba sorprendido, también estaba confuso.
- ¿Lo sabias? – preguntó mientras sus ojos se hacían cada vez más grandes.
- Lo supe anoche, se todo Jacob y no me importa.
- ¿No te importa que el sea un maldito chupa sangre? – preguntó lleno de… ¿odio?
- Jacob, no hables así de él. Compórtate – le ordené.
- ¿Comportarme? Estás loca Bella, definitivamente lo estás, sabes lo que ese maldito es y sin embargo sigues tan tranquila.
- Lo amo Jacob… - a penas dije aquello Jacob comenzó a temblar exageradamente otra vez, temí que se convertirse allí mismo, lo tomé de la mano y lo llevé casi a arrastras conmigo hacia los árboles para que si se transformarse por lo menos lo haría sin que nadie lo viese. No se negó, sabía que era lo mejor.
Al llegar al bosque, se tranquilizó y dejó de temblar un poco.
- Bella, no lo vuelvas a decir – me ordenó esta vez él, quería callarme pero era más fuerte que yo, mi torpeza llegaba hasta mis palabras.
- No puedo evitarlo Jacob, lo amo y tienes que aceptarlo – comenzó a temblar nuevamente aún con más ímpetu, en aquel momento apareció Edward y se puso de espaldas a mi entre Jacob y yo. No podía volver a suceder lo mismo que en casa.
- Jacob para, lastimaremos a Bella otra vez. Contrólate – la voz de Edward fue suave, aquello me sorprendió, verdaderamente intentaba calmar a Jacob.
- Cállate maldito chupasangre, tú no me dices lo que tengo que hacer – gruñó Jacob mientras aún temblaba.
- Por Bella Jacob – suplicó Edward, sonaba sincero.

CAPITULO VI: MUERTA DE DUDAS

Dos días pasaron mientras yo me recuperaba en el hospital, solamente quería huir de allí, lo intenté un par de veces pero siempre aparecía alguien para frustrar mi intento de escape. Odiaba estar tan quieta, ya no tenía los tubos y podía moverme con mayor agilidad, pero de todas maneras me dolían algunas costillas y un poco la cabeza.
No paré de pensar y pensar que era lo que había pasado aquella noche, todavía tenía las mismas “certezas”, Jacob era un hombre lobo y no sabía nada de Edward. Su fuerza era demasiada para ser un humano, aunque pareciese una locura, no lo era, no ahora que había visto con mis propios ojos a Jacob de aquella manera; a pesar de esto, no me asustaba en lo más mínimo ni Jacob, ni saber que era Edward.
Jacob pasó cada día conmigo al igual que Edward, me dejé vencer sobre hacerles preguntas, cada vez que lo hacía se iban y yo no podía ir a buscarlos, así que me decidí por dejarlo para cuando estuviera en pie y sin dolores. Estaba segura que igual correrían, pero podría tener un poco más de rapidez a la hora de actuar; mamá se quedó en un hotel junto con Phil su nuevo marido, hasta que yo me curase. Charlie seguía trabajando y venía a verme en cada minuto que le sobrase, estaba más preocupado de lo que yo jamás hubiese creído que lo estaría, me sentía avergonzada por ello, yo no era una hija muy considerada, aunque él era un hombre muy callado, era un padre excepcional y se preocupaba por mi más de lo que yo pudiese entender.
Al llegar a mi casa, no tuve más remedio que hacer un día más de reposo antes de ir a la escuela; juré mil veces que estaba totalmente curada y bien – a pesar de que sabía que no era así – para poder moverme por lo menos hacia fuera para oler un poco de aire puro y no hospitalario, aquello había echo de mi una persona casi drogadicta.
Lo mejor de haber ido al hospital, fue conocer al padre de Edward, el Dr. Carlise Cullen; era un hombre altamente bello, aunque pudiese ser imposible, estaba casi segura que era igual o más bello de lo que Edward era, eso me hacía temblar pensando en toda la belleza que podía destilar Edward aún.
Mi madre y Phil volvieron a irse, esta vez a Philadelfia donde Phil estaba jugando una temporada con su equipo de Béisbol; Charlie por su parte seguía con su rutina de trabajo, lo agradecí, podía aprovechar ese tiempo a solas para poder moverme un centímetro sin que viniese corriendo a retarme como a una niña de ¿por qué me había movido?.
Bajé a almorzar algo que Charlie había preparado para mi, tenía demasiado miedo por ver lo que era, mientras bajaba lentamente las escaleras pude oler algo que no era realmente una característica de una comida de Charlie, sino que era algo sumamente hermoso, ese olor era exquisito y atrapante. Era mezcla de frito, cebollas y sal.
Al dirigirme hacia la cocina casi me muero de la emoción, allí estaba Edward cocinando para mi, tenía una chuleta, un poco de arroz con cebollas y un delantal que mi padre había comprado para creerse un gran chef los días libres, así quitarme trabajo de encima, el cual jamás usó; no pude no reírme entre dientes al verlo vestido de esa manera, me sentía absurdamente atrapada por aquel chef sumamente sexy.
Lo miré sorprendida y con mi mejor cara de felicidad, aunque estuviese aún enojada por la forma en la que se portó conmigo después de aquella noche.
- Buen día Bella – dijo con aquella voz altamente excitante y hermosa que me hacía sentir cosas sumamente fuera de mi. Asentí con la cabeza sutilmente.
- ¿Qué es todo esto? – pregunté mientras posaba mis ojos en cada lugar de la cocina.
- Se lo poco genial que es tu padre en la cocina, no quería que hicieses algo sola, tienes que hacer reposo, así que decidí cocinar algo para ti.

- ¿Cómo entraste?
- Por la puerta, estaba abierta

- Despistado
– susurré pensando en Charlie, era demasiado común que hiciese aquellas cosas, lo que yo tenía de torpe él lo tenía de despistado - ¿sueles entrar a la casa de la gente cuando la puerta esta abierta? – cruzó una sonrisita sutil por su boca mientras me miraba profundamente.
- Solamente cuando quiero cuidar a una chica convaleciente a la que quiero y no quiero que se lastime más aún.
- ¿No será culpa?
– pregunté recelosa
- De ninguna manera, a pesar de que si la siento, porque tu estado esta vez es mi culpa, quería venir a cocinarte
– miré hacia la comida, en otro momento la hubiese rechazado, pero estaba demasiado hambrienta para decir que no o para renegar de ella. Me senté en la mesa, puso la comida enfrente de mí y comencé a atacar.
- ¿Tu no comes?

- No gracias, ya lo hice en casa
– dijo dubitativo.
- ¿Qué pasó el otro día Edward? Es hora de que me lo digas, no estamos hablando de que hubo una pelea común y corriente. Mi amigo se convirtió en un ser mitológico frente a mi y aún tu pudiste con él.

- Bella por favor, no empecemos.

- Nunca terminé, yo no empecé esto. Repito, tengo el derecho a saberlo
– dije ahora dejando los cubiertos en el plato, mientras lo miraba serio y me cruzaba los brazos.
- ¿Qué piensas?
– me preguntó aún más serio que yo, no me esperaba aquella pregunta.
- Pienso que estoy soñando
.
- Pero sabes que no
– asentí un poco confusa – entonces, ¿qué crees que todo aquello que viste puede ser?
- Que un hombre lobo y tu estaban peleando. Pero estabas casi ganándole, no puedes ser alguien común y corriente Edward.
- ¿Qué piensas tu?
- Estuve cavilando muchas cosas, pero no pude llegar a ningún tipo de conclusión

- Dime la peor de todas
– dijo cada vez más serio
- Que también eres alguna clase de ser mitológico. ¿Eres también un hombre lobo?
– pregunté un poco temerosa de que la respuesta fuera positiva
- No, no lo soy. No soy tan bueno
– la respuesta fue peor de lo que quería escuchar.
- Acaso eres un chupa sangre
– dije mientras carcajeaba, era tan ridícula, me sentí ridícula hasta bromeando. Pero el me miró serio, lleno de temor y ansiedad. Me quedé un segundo observándolo, hasta que entendí, mis ojos se abrieron como platos y comencé a temblar.
Era un vampiro.
- ¿Tienes miedo?
– preguntó un poco molesto, yo no pude ni pestañar, estaba intentado despertarme de este sueño altamente morboso en el que estaba metida.