domingo, 11 de octubre de 2009

CAPITULO 42: LA NOTICIA

Edward

- ¿De qué hablas Alice? - pregunté un tanto tullido y lleno de miedo. Esto no podía ser bueno, Alice estaba haciendo todo lo posible para no pensarlo, otra vez era algo tan malo como para que yo no lo supiese de golpe.
- Bella... - dijo y agachó la cabeza.
- Dilo YA Alice Cullen, deja de torturarme, basta de terminar la frase allí.
- Ella está embarazada
- sus palabras chocaron contra mi, como si fuesen mil neófitos golpeandome el pecho. ¿Bella embarazada?, ¿cómo había sido eso posible?
- No puede ser, ¿cómo lo sabes? - pregunté aún fuera de mi.
- Vi a Bella de manera extraña, con una panza fuera de lo común, no pude ver nada más allá de eso. No se porque, pero ese niño que viene en camino no es ni un vampiro, ni un humano.
- Dios mío, tenemos que ir por Bella ahora mismo, tenemos que llevarnos a Carlise.
- corrí hacia Carlisle lo más rápido que pude, le conté la visión de Alice y ambos marchamos junto con Alice y Jasper hacia donde Bella se encontraba con ese maldito licántropo.
Fuimos en auto, así que demoramos aún mas, nadie nos podía ver y la luz del sol por aquellos lados era muy fuerte.
Nos instalamos enfrente de la casa de Bella, mientras mis recuerdos se hacían vivos. Veía su sombra revolotear con las cortinas de la ventana, pero no la veía sola, el cuerpo de un hombre grande y musculoso me estaba matando los celos. Estaba ansioso, quería volver a verla, abrazarla, decirle que la amo y que estos tres días habían sido peor que los cien años de soledad que me aparcaron sin ella, aún sin saber que existiría.
El día se hizo noche y Carlisle dió el primer paso.
- Vamos Edward, tranquilo, yo hablaré con ella, ¿de acuerdo? - preguntó tranquilo, mientras Jasper usaba sus poderes para que el ambiente fuera lo más normal y agradable posible.
- Si, esta bien. Vamos - dije bajo las influencias de ambos. Salimos del auto y tocamos la puerta, estabamos esperando que alguien abriera.
- ¿Quién es? - preguntó esa dulce voz que yo tanto amaba.
- Carlisle Bella, debo hablar contigo.

Bella

Jake estaba de lo más alegre el día de hoy, hablaba como si se hubiese ganado lo más preciado en el mundo para él; aunque sin ser egocéntrica, sabía que eso para él era yo en este momento.
Lo importante, es que no me hacía sentir incómoda, era un caballero, a pesar de sus insistentes burlas, bromas y simpatía desmensurada. De todas maneras, siempre había sido bueno conmigo, metido, pero bueno.
- Bella, te hice arroz con hamburguesas. Espero que te gusten - se había tomado las molestas de cocinar para mi. Mientras mis lágrimas eran para mi el agua de cada día. Estos tres días habían sido terribles; ni rastros de Edward, no me vino a buscar. Eso no era lo que yo esperaba, estaba segura que él vendría por mi, enojado, molesto, triste, no importa como, pero que vendría por mi. Sin embargo, no fué así. Agradecí la desvergonzada idea de Jake de venir conmigo, me hacía bien, me distraía de a momentos y podía aunque sea tener un poco de tranquilidad en medio de esta tormenta.
Alguien tocó la puerta, mientras ponía la mesa.
- Yo voy - grité a Jake quién intentaba sacar el arroz de la hoya sin quemarse.
Caminé lentamente, con miedo, sin saber quién podría ser. Eran las ocho, no era tarde; podrían ser muchas personas, a esta altura todo el mundo sabía en donde yo me encontraba. Pero mis deseos eran los mismos, al fin Edward vendría a buscarme, no sabía como reaccionar ante eso.
- ¿Quién es? - pregunté con una voz tranquila. - Carlisle Bella, debo hablar contigo - ¿Carlisle?, ¿qué hacía aquí?, ¿por qué él? No podía no abrirle la puerta a Carlisle, él siempre había sido tan bueno conmigo, y era tan bueno con el mundo, que era prácticamente imposible decirle que no a alguien. Abrí la puerta para descubrir, no solo a Carlisle, sino a Alice, Jasper y a Edward, parado allí mirándome con cara inexpresiva, pero con los ojos más tristes y preocupados que jamás en mi corta vida había visualizado.
Me preocupé por un momento, no era el único que tenía esa cara. Algo estaba pasando.
- Pasen - dije sabiendo que esto no iba a ser un vaya y pase. Todos pasaron, Alice me abrazó con fuerza, al mismo tiempo que susurró en mi oído, "te extrañé".
- Siento olor a chupasangre - dijo Jake quién salía de la cocina, con la peor cara que pudiese ver en él. Su sonrisa se le borró, la alegría se fue y entendía claramente porque.
- No estamos para chistes chucho - dijo Edward. Aquello no me gustó nada, pero Jake se lo merecía, él había comenzado.
- Bueno, basta de peleas. Digan a que vinieron - fui lo más grosera posible, no podía caer ahora solo porque todos habían venido por mi.
- Bella. En estos días que pasaron, te has sentido rara o algo por el estilo - preguntó Carlisle serio y profesional, estaba siendo médico y no Carlisle en este momento.
- No entiendo, ¿qué me estás preguntando?- En temas de salud, ¿como te has sentido? - me impulsé a contestarle, algo serio estaba pasando.
- Si, me he sentido un tanto extraña. Pero, no creo que sea nada malo, algún dolor de estómago - Edward bajó la cabeza, Alice me miró con lamentos, Jasper intentaba calmar el lugar, lo sentía.
- ¿Qué rayos está pasando? - preguntó Jake, quién estaba tan ansioso y cansado de tanta vuelta como yo.
- Bella, necesito controlarte. Me parece que estás embarazada - mis ojos se abrieron de par en par, no había escuchado aquello, esto no estaba pasando. Era totalmente imposible. NO. En ese instante caí en la inconciencia.
Al despertar, estaba en mi cama, con Edward a mi lado.
- Bella, ¿cómo te sientes?
- Bien, estoy bien.

- Carlisle te revisó Bella, parece que todo es cierto. Vas a tener un bebé - en aquel instante comencé a llorar. No sabía si de felicidad, o de preocupacion. Pero había algo en mi que me decía, que esta bebe iba a ser lo mejor que podía pasarme. Edward prosiguió. - no estamos seguros si sea lo mejor que sigas con este embarazo Bella. Las posibilidades que mueras es alta.
- ¿Qué dices? Yo voy a tener este bebé, me extraña Edward que no quieras al hijo que llevo en mi vientre
- No Bella, no me mal interpretes, es algo nuevo y maravillosos para mi, pero es por tu bien Bella.
- De ninguna manera, si muere el muero yo.
- ¿Estas segura Bella?
- Lo estoy
.

Las semanas fueron pasando, las cosas se fueron complicando. Mi panza crecía, el bebé crecía y me comía por dentro. Bebía sangre.
La cesárea fue la dedición final de Carlisle, no querían que muriese yo, y Edward nunca dejaría que me convirtiese en vampiro.
Nació una hermosa beba, a quién le puse Renessme.
Mis padres no sabían nada, todos creían que me había ido de viaje con Edward, sus padres si que saben encantar a la gente, de otra manera esto no podía ser guardado como un secreto. Por mi parte, pasé el embarazo en la casa de los Cullen, sufriendo, llorando, pero con esa hermosa beba en mis brazos.
Jacob no estaba muy feliz de todo esto, esa bebé sería algo tremendamente irritable para su vida, para la vida que el pretendía construir conmigo, que no pasaría y por tener otro vampirito por aquí. De todas maneras, quedó encantado con la beba, aunque de vez en cuando hablaba sobre nuestros propios bebés, hasta que Edward le daba un par de cascotes.
Edward y yo, supimos llevarnos mejor, todo había pasado, el miedo se había ido, estabamos nuevamente juntos y felices.
Renessme era la niña más bella que jamás había visto, mitad vampiro, mitad humano. Traería alegría, pero también habría problemas; los Volturius mas que nunca querrían que yo me convirtiese en vampiro y no sabía que podían hacer con mi beba. Pero yo haría todo lo posible por protegerla.

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