domingo, 11 de octubre de 2009

CAPITULO 34: TE EXTRAÑO, ME EXTRAÑAS

EDWARD

Nada me hacía peor que saber que Bella estaba en peligro, busqué durante horas donde ella podría estar, pero aunque me molestara aceptarlo los Volturis no eran ningunos tontos y habían dado cada paso concretamente; ni uno en falso.
Mi familia se había vulto a juntar, pero yo no podía estar ni un solo segundo sentado o parado esperando que las cosas pasaran, aunque eso quisera decir que se formaría un plan mejor para encontrarla.
Jake estuvo de acuerdo conmigo, y acepté a que me ayudara a buscarla con su super olfato, aunque mis celos en contra de él eran en potencia, no podía dejar de darme cuenta cuanto la amaba y cuanto él me ayudaría en la busqueda de Bella.
Kevin había despertado y también quería ayudar a buscarla, pero en su paso humano solo entorpecería la situación y para darle un mayor apoyo, aunque eso no me hiciese feliz lo dejé como vocero personal con la familia para que pudiese dar ideas.
- Edward, ¿no tenés una minimia idea de donde puede estar?, ¿algún lugar, algo del pasado que hayan usado, Carlisle que estuvo con ellos no sabrá algún lugar?
- No Jacob, si supiera no estaríamos acá dando vueltas como estúpidos buscandola
- dije de mala manera a pesar de que no se lo mereciera, cualquier cosa me fastidiaba en este momento. Jacob no me respondió, ni siquiera me miró por si se me daba arrancarle el cuello - disculpa Jacob, sabes que no estoy de humor.
- Ninguno de los dos Edward, te entiendo. No es el momento de pelear, ahora solo tenemos que estar concentrados en saber donde ella está - me sorprendía la pasividad en la que se encontraba Jacob, me estaba ayudando inconcientemente a tranquilizarme y pensar mejor - estoy de acuerdo contigo en seguir buscandola, pero hay que saber que idearon los chupasangres, llamados "tu familia".
- Voy a ingorar eso. Los llamaré
- paramos un segundo, tomé mi celular y disqué el número de Alice.
- Alice, ¿qué pasó por allí? - pregunté un tanto acelerado.
- Hemos decidio ir hasta Volterra, alguien nos tiene que decir algo, no hay un porque llevarse a Bella de esa manera y creo que algo podemos hacer.
- De acuerdo, los acompañaremos
- cerré mi celular y le conté a Jacob la idea de mi familia. Estuvo de acuerdo, pero decidió ir a buscar a su manada para seguir buscando. No tenía muchas ansias de ir a ver a los vampiros que secuestraron a Bella y la idea de licántropos no sería de ayuda para intentar llegar a un acuerdo con los Volturis.
Jacob se fue hacia su reserva mientras yo iba a Volterra donde me encontraría con mi familia.

BELLA

- ¿Qué quieren de mi? - dije temerosa pero en la posición menos escandalosa posible.
- Soy Aro, un gusto pequeña humana. No queremos mucho de ti, tu no eres nuestro objetivo - dijo tranquilamente aquel hermoso vampiro.
- ¿Qué quieres decir?
- Queremos a los Cullen, tan fácil como eso cariño. Eres nuestra carta, esa perfecta carta, la que desde el principio nos hacía falta para tener a los Cullen en nuestras manos
- mis ojos se abrieron de par en par. Querían a los Cullen. Eso no me hacía mas feliz, prefería que fuera yo su objetivo. Mi Edward, Alice, Jaspero y Carlisle eran su objetivo mas directo desde siempre, Edward me lo había dicho claramente. Eso no me hacía más feliz.
- No va a pasar, eso nunca va a pasar - grité histérica, no iba a permitir que tuvieran a los Cullen en sus manos, no por mi culpa, no iba a ser esa carta. Aunque ello llevara a que yo dejara de existir.
- Oh, cariño. Eso no depende de ti, tu sabes que ellos vendrán a buscarte. Lo sabes, con eso me alcanza - quise gritarle en la cara todo lo que se me había pasado por la cabeza en ese mismo instante, pero en menos de un segundo, tal como Jane había hecho un poco atrás se fue en un abrir y cerrar de ojos. Volví a quedarme sola. Miré hacia todos lados nuevamente buscando un lugar por donde escapar, no me pensaba quedar tranquila cuando era el precipicio de que los Cullen estuvieran en la mano de los Volturis.
Di vueltas como una tonta, hasta que descubrí una ventana la cual estaba un poco abierta, tomé una vieja espada que se encontraba como adorno en una esquina de la habitación.
Con mucha fuerza comencé a romper lo que quedaba de aquella pared de concreto hasta que más tarde se salió un pedazo.
La luz comenzó a aparecer, hasta que el agujero era lo suficientemente grande para que yo me metiera en él; casi me desmayo cuando vi la altura del lugar, pero los caños a un costado me iban a ayudar.
Tomé uno de ellos, me apoyé lo mejor que pude y me solté para poder bajar.

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