domingo, 11 de octubre de 2009

CAPITULO 40: MI PARTIDA

"Bella no. No lo hagas te lo pido por lo que mas quieras, no me dejes - gritaba Edward desde lejos, no se acercaba a mi a pesar de que quería con todas sus fuerzas tomarme entre sus brazos para que me quedara con él. Sentía que quería correr hacia mi pero no podía, mientras yo me iba, caminaba despacio hacia mi camioneta la que tenía mis bolsos y todo pronto para marcharme. De mis ojos caían lágrimas, demasiadas lágrimas, tantas que llegaban al punto de molestar."
Me desperté de un golpe, mientras veía a Edward enfrente de mi intentando despertarme.
-Bella, Bella cariño despierta - gritaba deseperado.
- ¿Qué pasa? - pregunté un tanto confusa por tanta locura de su parte.
- Estabas llorando desesperadamente, creí que te iba a pasar algo. ¿Qué ocurre mi amor? - lo miré un tanto molesta, el sabía lo que pasaba.
- Lo sabes Edward. ¿Cómo está Kevin?
- Él está bien, lo llevamos a lo de Tanya y su familia; es el mejor lugar para que él esté en este momento. Él más seguro y confiable para él.
- Dios mio
- dije mientras bajaba la cabeza y me lamentaba por todo lo que estaba pasando. Cada vez estaba más segura de lo que pretendía hacer y ese sueño era el límite - ¿le dijeron a los padres lo que pensaban decirle? - me miró triste.
- ¿Cómo están? Me imagino que quieren morir - no supo decirme nada, solo asintió con la cabeza. Era inevitable, para sus padres Kevin estaba desaparecido y en todo caso creían que muerto.
- ¿Qué estabas soñando? - me preguntó para cambiar de tema, pero lleno de curiosidad.
-No lo se. Me levanté con nostalgia, pero no se que soñaba - le daba gracias a mi mente, de que Edward no pudiese leerla, en momentos como este me salvaba.
Aunque no me creyó nada, de todas maneras no me presionó.
Me llevó hasta mi casa para que pudiese tener mi vida humana, aunque fuese por un rato. Me dejó sola porque tenía que ir a hablar con su familia; ideal para lo que pretendía hacer.
Me bañé, armé un bolso y esperé a que Charlie viniera, no demoraría mucho.
- Bella, cariño. ¿Qué pasa? - preguntó al verme con los ojos llorosos y mis valijas a un costado.
- Me voy - sus ojos se abrieron par en par, no lloraba, su "hombría" se lo impedía, pero sabía que por dentro se estaba muriendo. A pesar de la poca comunicación, yo sabía que para él era su vida.
- ¿Qué hice? - preguntó con un nudo en la garganta.
- Nada papá; mi madre me pidió que fuera un tiempo con ella, me necesita. Tu sabes que estoy muy feliz aquí, no solo por Edward, sino por ti - solo se acercó a mi y me dió un abrazo que nunca hubiese esperado de él, me llenó de tranquilidad. Por lo menos, sabía que con Charlie las cosas no iban a estar mal, que el me amaba y yo a él.
Tomé mis bolsos y comencé a pensar en cualquier cosa que en mi partida, no quería que Alice pudiese leer lo que iba a hacer y que Edward me parase. No sabía si estaba haciendo las cosas bien, pero tampoco estaba segura de hacer mal, solo tenía que probar para saber como las cosas iban a marchar. No estaba segura de irme por siempre, pero no quería hacer más daño a nadie más.
Me subí a mi camioneta, la cual en este momento si me molestaba su zumbido insesante gracias al motor; puse un poco de música de esa que me hiciera recordar más a Edward y me hiciese peor, en momentos como esto el mazoquismo es la dosis básica para estar mejor. Vaya ironía.
De pronto sentí un golpe en el auto que me asustó, solo pensé "Edward no", creí que se había dado cuenta de todo y venía por mi.
Me sentía aliviada pero a la vez molesta por ello, pero al mirar hacia atrás solo tenía a Jake con una cara de perro mojado e inocente; se acercó hacia el lado del acompañante abrió la puerta y al entrar se convirtió en menos de un segundo en humano, aún me impresionaba.
- ¿Qué se supone que haces Isabella Swan? - me preguntó muy molesto, no lo había visto así nunca conmigo.
- Me voy Jake y no pienso dar marcha atrás - inenté sonar lo más dura posible.
- De acuerdo, iré contigo - me dijo muy seguro mientras se arreglaba al asiento y se ponía el cinturón de seguridad. Intenté mirarlo lo mas fijo posible mientras manejaba.
- Estas desquiciado perro. No irás a ningún lado conmigo.
- Si yo no voy, tu tampoco irás a ningún lado. Decide.
- Jacob, baja ya de este auto.
- No.
- JACOB
- Dije que no y es no. Decide
- parecía un niño chico intentando pelear conmigo, sabía que no se iba a bajar aunque le dijera lo más doloroso. Siempre encontraba la manera de reír y quedarse, sabiendo que era una simple forma de que se fuera.
- De acuerdo, ven conmigo. Pero no molestes.
- Dejame manejar
- Ni lo sueñes
- No puedes manejar así
- Calla
- me tomó rápidamente por debajo de los brazos y me sentó en el lado del acompañante, mientras él orgulloso se sentaba en el lado del conductor. No entendí ni en que momento se sacó y me puso a mi el cinturón de seguridad.
- Eres insoportable Jake
- Pero me adoras
- dijo con una sonrisa en la cara. Como podía ser que siempre fuese así - ¿a dónde iremos pequeña humana desquiciada?
- A mi casa en Arizona. Ya llamé a mi madre para decirle que me iba, pero que ella no fuera, que necesitaba estar un tiempo sola. Aunque veo que eso no va a ser posible
- lo miré un tanto molesta todavía, pero aliviada de que el estuviera conmigo.
Marchamos hacia mi casa, no sabía como iba a ser todo de ahora en adelante, ni como Edward iba a reaccionar, ahora solo tenía que pensar en que las cosas mejorasen.

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