Nada tenía sentido, Kevin ahora se estaba convirtiendo en un vampiro en el cuarto contiguo al del Edward donde yo me encontraba.
Sus gritos se escuchaban gritos incesantes, tanto que me daba miedo; miedo y culpa, sentía que algo tenía que hacer por él, pero sabía que era muy tarde.
Solo había pasado dos días desde que lo mordieron, pero estaba segura que habían pasado meses, era todo tan eterno y yo estaba llena de miedo por lo que Kevin podría hacer.
Edward me quería llevar a toda costa a mi casa, a pesar de que yo me negué, me hizo prometerle que hoy me llevaría; no era seguro para mi quedarme en el momento en el que Kevin se despertase, sería un neófito y yo a pesar del amor que me tenía aún seguiría siendo una simple humana.
- Mi amor, ten calma, todo estará bien.
- Sabes que no Edward, Kevin se convertirá en un vampiro y todo por mi maldita culpa.
- No es tu culpa cariño - su no desesperación me estaba acuchillando por la espalda.
- Basta Edward. Sabes que si, yo lo metí en esto y el intentó salvarme, sino fuese por él quién estaría convirtiendose en vampiro sería yo y lo peor de todo es que no me ayudó, sino que quitó de mi uno de esos momentos que yo quería que pasasen - los ojos de Edward se abrieron como platos.
- ¿De qué hablas Bella? - claro que sabía de que hablaba, no le convenía saberlo, porque no quería de ninguna manera que yo fuese un vampiro.
- Sabes de que Edward, yo quiero convertirme. Quiero vivir mi vida contigo, sabes que no me interesa nada más.
- Calla Isabella Swan, calla. No quiero que lo digas ni en broma.
- No es una broma, es lo que quiero y es lo que va a pasar Edward - en menos de un segundo me descubrí sola en el cuarto. Se había enojado y se había ido tan rápido como pudo. Me levanté tranquilamente, y caminé hacia la puerta. Alice intentó hablarme pero no le presté antención, se dió cuenta de mis pocas ganas y me dejó marchar. Tomé mi furgoneta, la cual Edward había dejado aparcada sutilmente en el garage luego de todo lo que había pasado, me subí y me fui tranquilamente a mi casa. No podía soportar que Edward se enojara conmigo por querer ser lo que él, para poder estar juntos por siempre. A pesar de que eso quisiera decir que me convirtiese en lo que el no quería que yo fuese; pero mi única meta ahora era estar junto con él y que todos a mi alrededor pudiesen ser felices también.
Llegué a mi casa y como de costumbre Charlie no estaba, tomé una cuenca de cereales y subí a cambiarme e intentar descansar un poco; me iba a esparar algo bastante importante y difícil cuando Kevin se terminara de convertir. Según Edward, a pesar de estar en un estado fuera de él, vendría a buscar me por el simple hecho de amarme.
Eso me traía un tanto de miedo y otro de preocupación, no solo por mi, sino por él mismo; Edward jamás permitiría que se me acercase y si lo hiciese de seguro lo mataría, eso no me hacía nada feliz.
No solo había terminado siendo un vampiro por mi culpa sino que cabía la posibilidad de que su vida o no vida, terminara por mi culpa también.
- Bella - me asusté y di una vuelta rápida. Me pegué contra la cama y hubiese caido al suelo, sino tuviese como novio a un bello y rápido vampiro.
- Bella - me asusté y di una vuelta rápida. Me pegué contra la cama y hubiese caido al suelo, sino tuviese como novio a un bello y rápido vampiro - ¿te encuentras bien? - preguntó sinceramente preocupado.
- Si - me dejó nuevamente en el suelo seguro y se alejó un tanto.
- Lamento haberme ido así hoy, realmente me causa mucho dolor escuchar que quieres convertirte en un moustro como yo - aquello me dolió en el alma. Me acerqué lentamente a él, lo tomé de la mano y lo besé tan tiernamente como pude.
Me miró con mucho amor luego de terminar el beso dado por mi, me acarició el rostro y me tiró en la cama con mucha dulzcura y seducción.
Y en aquel momento Edward me hizo el amor como nunca antes me lo había hecho y de una manera en la cual yo sentí que me amaba como nunca antes, eso me hacía sentir segura a pesar de todo lo que estaba pasando.
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