domingo, 11 de octubre de 2009

CAPITULO 41: DOLOR

EDWARD

- EDWARD EDWARD!! - gritó Alice desde lejos. Mis ojos se abrieron de par en par, no necesitaba decirme nada, lo había leído todo en su mente.
Corrí hacia ella buscando explicaciones, aunque eran las mismas que yo sabía ahora.
- ¿Por qué Alice? - casi le grité, estaba seguro que si ella pudiese llorar lo estaría haciendo. Bella era como su hermana, sentía que lo era mucho más que cualquiera de los otros hermanos.
- No lo se Ed, no lo se. Pero se fué, y...
- ¿Qué, qué pasa?
- le pregunté, había algo que no estaba viendo.
- No se fue sola.
- ¿De qué hablas?, ¿cómo lo sabes, no leí nada en tu mente?
- pregunté un tanto confuso.
- Quise esconderlo, no era bueno que lo supieses así como así tan de prepo.
- Habla de una vez Alice Cullen
- Se fue con Jake
- ahora si que no entendía absolutamente nada. ¿Con Jake?, ¿por qué se habrá ido con él?.
Miré a Alice con furia, celos, estaba muriendo por dentro, esa noticia me había destruido aún sin saber porque ella se había ido y encima con Jacob.
Me fui descontrolado de la casa, corrí por el bosque como si nada más me importase y en menos de un segundo llegué a la casa de Bella.
Charlie estaba allí, algo no estaba bien; ¿Charlie lloraba?. Me acerqué para mirar aún mas de cerca y vi a Charlie sentado en la mesa de la cocina, con una foto de Bella de niña sobre la mesa, mientras que él apoyaba sus codos en la mesa y su cabeza en sus manos, sus lágrimas caían por su mejilla.
Bella te volví a perder, te fuiste otra vez. ¿Cómo decirte que eres mi mundo, mi pequeño mundo? Vuelve por favor vuelve
Sus pensamientos me llenaban de dolor, no sabía porque me sentía así, pero me daba culpa y pena por otro lado; toda la culpa de que Bella haya tomado su rumbo era mía. Yo la había traído a este mundo y ahora ella se había ido, hacieno sufrir a su pobre padre que tanto la amaba, aunque a escondidas, ella lo era todo para el como lo era todo para mi.
Tenía que dejarla tomar su rumbo, las lágrimas de Charlie me dieron el impulso final para decidir que debería dejarla ir, si ella lo había decidido así nada podía hacer.
Volvía a mi casa, con la cabeza gacha, corriendo demasiado lento para lo que me gustaba y pretendía hacer.
Al llegar toda mi familia se encontraba charlando sobre Bella, sobre mi y como podían traerla de vuelta a casa.
Me miraron al entrar, callaron inmediatamente, Esme se intentó acercar a mi, pero en un segundo ya estaba en mi cuarto, necesitaba mi soledad, la misma que tuve por tantos años; la única diferencia era que esta vez tenía al amor de mi vida o mejor dicho mi no vida en este mundo. Ella estaba allí, tan cerca, pero tan lejos de mi.
No podía convivir sabiendo que no estaría mas a mi lado, pero no podía tampoco estar a su lado si todo salía mal y la hacía sufrir. Era la mejor decisión.
Tres días pasaron, tres noches pasaron; esas noches que eran interminables cuando eres un inmortal; y aún mas cuando sabes que el amor de tu existencia no esta a tu lado.
- Edward - tocó Alice a mi puerta.
- Dejame en paz
- Hace tres días que estas allí encerrado, sal de una vez. Debo hablar contigo, es importante.
- No Alice, no caeré y tampoco quiero salir.
- Edward, de verdad es importante. Tuve una visión y es necesario que salgas
- su voz sonaba desesperada, verdaderamente algo estaba pasando. "Bella", fue lo único que logré pensar. Corrí hacia la puerta, la abrí y la miré, sus ojos eran incalculables.
No sabía si era por alegría o por dolor, era una mezcla.
- Bella... - dijo y calló como arrepintiendose de algo.
- ¿Qué pasa con ella?
- Esta bien, no te alteres. Pero hay algo que debes de saber que cambiará todo para ella y para ti.

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