- ¿Qué quieren?
- Te quieren a ti, saben que tu sabes sobre el secreto. Debemos escapar.
- ¿Pero a donde iremos? Edward me dijo que ellos no tienen límite alguno.
- No lo se, pero lejos de ellos por ahora y nadie debe saberlo. Hablemos de otra cosa, Edward no puede leer mi mente sino cuando Aro lo toque sabrá donde estas.
- Lo que me pides es un tanto difícil Alice, unos psicóticos vampiros me buscan quien sabe para que.
- Calla Bella. Te iremos a comprar un par de hermosos vestidos... - Alice hablaba y hablaba sobre la nueva ropa, accesorios y cosas hermosas que me iba a comprar. Yo no podía dejar de pensar en aquellos vampiros, después de todo y gracias a dios mi mente no podía leerla nadie, ni siquiera era capás de tomar posesión de poder alguno.
Dejé que Alice viajara sola en su mente sobre cualquier cosa, mientras no me concentraba en lo que pasaría.
- Alice...
-...pantalones hermosos - me ignoraba de una manera fabulosa, pero tenía que plantearle la nueva opción.
- Convierteme y termina esto de una vez - le dije sin anestecia, paró de repente y caí al suelo en un golpe estrepitoso.
- ¿De qué rayos hablas Isabella Swan?
- Hazlo Alice, es la única manera de que yo esté a salvo y lo sabes.
- Dios mio. ¿Tu quieres que Edward me mate? - dijo casi enloquecida.
- ¿Y tu quieres que los Volturius me maten a mi? - le dije seriamente mientras intentaba levantarme luego de aquel maravilloso golpe.
- Sabes que no, pero yo no soy capás. No puedo hacerlo, te mataré y todo se irá al infierno. No voy a hacerlo.
- Alice intentalo por favor, debes hacerlo, por mi, por tu mejor amiga - le dije con una voz sumamente calma intentando hacerla sentir mal para lograr mi objetivo, aunque aquello fuese totalmente malvado de mi parte para una de las personas que mas amaba en el mundo.
- Abajo Alice - gritó Edward desde algún lugar que no supe identificar, todo fue muy rápido. Alice me volvió a tirar al suelo un poco menos dolorosamente, Edward en ese mismo instante me tomó por debajo y me subió a sus hombros como una bolsa de papas. Comenzó a correr y correr, estaba segura que en cualquier momento iba a morir con tanto mareo.
- CONVIERTEME EDWARD CULLEN...TERMINA CON TODO ESTO DE UNA VEZ - grité como una enferma. Edward no paró como Alice, me ignoró totalmente.
Pero algo dentro de él, se había percatado de que era la única solución.
- Lo haré - finalizó un tanto serio y preocupado. Mi mente quedó helada y mi cara fue un poema lleno de melancolía, y felicidad.
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