lunes, 6 de julio de 2009

By Bella CAPITULO XVX: LA FIESTA

Estaba más tranquila de que las cosas hubiesen funcionado con Edward, tenía un nudo en la garganta aún, creía en su palabra, creía en todo lo que Edward me había dicho; pero de todos modos tenía miedo. Perder a Edward no estaba dentro de mis posibilidades, ni dentro de mi vida, jamás seguiría sin él a mi lado, no podría.
Estaba en mi monovolumen yendo hacia la fiesta de Kevin, ya era viernes, tenía un poco de temor, había prometido ir y Kevin estaba muy entusiasmado con su fiesta ahora; aunque sabía que era por mi causa, de todos modos era bueno que lo estuviera y sobre todo porque supo ayudarme en el momento que lo necesité, comportándose de una forma sumamente caballerosa. No podía fallarle.
- Bella, viniste. Que bella estás - dijo Kevin cuando estaba por entrar a la casa, me miró de arriba abajo descubriendo mi hermoso vestido café delicadeza de Alice claro, mi pelo enrulado y unos zapatos también café sin tacos, fue lo único que pude negociar con aquella duendecilla.
Sus tres pisos llamaban la antención desde fuera, no solo por eso sino por el reluciente blanco; por dentro también era blanca y limpia; me hacía acordar a la casa de los Cullen, era sorprendente lo bello y arreglado que se encontraba aquel lugar. Aunque la casa de los Cullen era insuperable, debo confesar que esta le llegaba a los talones.
- No podía fallar - dije entre una sonrisa amable.
- Entra, entra, estan todos - su entusiasmo me sorprendía.
Al entrar, en los sillones estaban todos mis compañeros de curso.
- Hola Bella - dijo Mike aún más entusiasmado que Kevin.
- Oh Bella, viniste, que bueno - dijo sinceramente Ángela. Jessica me saludó medio por encima; estaba segura que aún estaba un poco resentida conmigo, por estar con Edward, porque Mike estuviese detrás de mi y porque el chico nuevo también se fijase en mi.
Fui saludando a todos los demás, y me senté para comenzar una charla entretenida, creí que iba a ser una noche tediosa, pero había comenzado bien.
Luego de una hora de risas y cuchilleos, a pesar de que los odiaba, estaba pasándola bien, Kevin era un gran anfitrión; decidí ir por un poco de sangría.
Al mirar hacia fuera vi que Edward se encontraba en mi coche mirando hacia dentro, sabiendo que yo lo miraría. Me sentí feliz de verlo, pero un poco asfixiada; amaba verlo, amaba tenerlo a mi lado, pero aquello ya era demasiado.
- ¿A dónde vas Bella? - dijo Kevin un poco preocupado.
- Me olvidé de algo en el auto, ya vengo - dije nada convincente y salí casi corriendo de la casa. Me dirigí a mi monovolumen un tanto molesta, Edward ya no estaba en la parte de afuera, así que entré a mi auto y miré hacia el costado; allí estaba él con la cabeza gacha un tanto agitado.
- ¿Qué haces aquí Edward Cullen? - pregunté susurrando aunque sabía que nadie nos escuchaba, y si lo hacían Edward lo sabría al instante.
- Estaba preocupado por ti.
- ¿Preocupado? ¿Por qué razón deberías estarlo? No creo que un motón de humanos enfiestados a una hora de comenzar una fiesta sean un peligro - refunfuñé.
- Necesitaba verte Bella - su voz sonaba melancólica, a pesar de eso no bajé mi guardia. No estaba de acuerdo con lo que estaba haciendo.
- Edward, sino tienes una razón lógica para estar aquí no entiendo.
- No hay ninguna, solo quería verte - esta vez me miró, sentía preocupación, pero nada me decía. De seguro eran sus celos sobreprotectores que me estaban comenzando a molestar.
- Bueno Edward, yo te amo, lo sabes. Pero solo vengo a una fiesta de un par de horas, y vienes a controlarme, ¿no confias en mi?
- No es eso Bella, por favor, se razonable. No puedo dejarte sola por ahi, nunca se sabe que pueda pasar.
- Mira Edward, he vivído 17 años de mi vida sin ti, y una gran parte sin nadie mas que me cuidase. Puedo hacerlo sola, me parece que soy capás de eso - mi furia no tenía límites, estaba exagerando lo sabía, pero no me gustaba que me sobreprotegieran, no estaba acostumbrada, y a pesar de que Edward lo era todo para mi. Mis enseñanzas de cuidarme sola fue lo que estalló en mi esta vez, antes que la cordura.
- Pero Bella...yo solo quiero protegerte
- Lo se Edward, pero te pasas de la raya. Mira que venir a controlarme, es todo. Me iré a la fiesta, adiós - dije furisa mientras salía de mi monovolumen rápidamente. No me sentía culpable, aunque sabía y volvía a repetirme mil veces que estaba exagerando, no podía permitir que me controlase como lo estaba haciendo.
Volví a la casa, Kevin me miró un tanto preocupado por mi furia, pero nada me dijo, de seguro vió que mi respuesta sería algo grosera así que calló y me ofreció un poco de sangría. La cual acepté con mucho gusto. Tomé el vaso y me lo bebí de un solo golpe.
Antes de sentarme me llené otro vaso con sangría; mis compañeros, quienes bromearon, todo el tiempo, mientras yo seguía tomando como nunca.
- Bella, ¿estás bien? - preguntó Kevin al verme tropezar cuando me dignaba en subir la escalera hacia el baño.
- Si siempre caigo - dije aún más torpemente que con mis pasos. Estaba demasiado pasada de alcohol, la sangría me había pegado más de lo que pensaba.
- Ven Bella, te acompaño al baño - en aquel instante comencé a reirme a carcajadas, el sonrió conmigo a carcajadas.
- ¿Por qué te ríes? - pregunté sabiendo que el estaba sobrio y sin ningúna razón para reir.
- Nos están viendo, van a pensar que estas loca; o peor, ebria - rió nuevamente. Me tomó de la cintura y me acompañó hasta el baño.
Entré y me lavé un poco el rostro, al verme en el espejo comencé a reír aún más, tenía que volver a casa. Salí y allí todavía estaba Kevin esperándome, recostado contra la pared con los brazos cruzados. Al intentar hablar y salir ilesa de la situación, tropecé y caí al suelo con un gran ruido de por medio. En ese momento deseé que algún vampiro estuviese cerca, de seguro no caeria jamás al piso.
Kevin corrió ágilmente a mi rescate, me tomó por debajo y me subió en sus brazos; me rescoté en su hombro y cerré los ojos. Todo me daba vuelta, allí volví a abrir los ojos, era más saludable para mi pobre cerebro. Me dejó en una cama sumamente cómoda.
- Bella, te traeré agua y algo para curar esas heridas- dijo amablemente.
- No, no te vayas - mi voz sonó extraña, no era la mía. Estaba casi segura de eso.
- De acuerdo, pero dejame ver si mi madre tiene algo para poder curarte - sentí como buscaba algo aunque no era capás de verlo. Luego vino y me curó algunas heridas en la mano, y la rodilla - mejor - afirmó triunfante. Me senté como pude y lo miré.
- Gracias - dije intentando sonar lo mas normal posible.
- Por nada cariño, quédate quieta.
- Estoy bien, no te preocupes. Un poco de alcohol me subió a la cabeza - rió suavemente. Luego se sentó a mi lado. Aquellos ojos eran hermosos, por algun razón extraña me sentí atraída por él, no sabía si era el alcohol, el enojo o ambas.
Corrió un poco del pelo que tenía en mi rostro, sentí como su suave y cálida piel recorría mi mejilla, aún no podía reconocer mucho, pero sabía que era agradable.
Tomó mi rostro, y se fue acercando a mi, lentamente, lo suficiente como para que lo pudiese parar sino quería que aquello pasase y estar seguro de lo que iba a pasar.
No me me moví.

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