Me besó la mejilla suavemente, y me acarició con su índice mi labio inferior.
Se paró y corrió todas las cobijas de la cama, volvió hacia mí, me tomó por debajo, y me depositó en ella con mucha suavidad, para luego taparme.
- Descansa Bella – dijo mientras besaba mi frente dulcemente y se iba. Quería pedirle que se quedara conmigo, pero sabía que era tentar a mi suerte.
Me sentía verdaderamente mal, iba a dejar que Kevin me besase, lo iba a hacer por enfado, iba a cometer un error.
Pero mis pensamientos se fueron a varios momentos hacia la actitud de Kevin, otro me hubiese besado aprovechando la situación, y no lo hizo, me respetó. Aquello había movido alguna parte de mi que aún no sabía cual era, me asusté, temí por mi seguridad mental y me di vuelta para intentar descansar un poco, pero no lo logré.
Me levanté como pude, caminé paso por paso hacia al baño que descubrí dentro de la habitación. Tropecé un par de veces, pero al fin llegué; me lavé la cara lo mejor que pude para luego vomitar un par de veces. A pesar de lo asqueroso y patético del asunto, me sentí mucho mejor. Tomé la pasta de dientes y me metí un poco para poder enjuagarme, y sacarme el mal sabor.
Me lavé nuevamente la cara y marché hacia la cama, podía ir más derecha y mis pensamientos eran mucho más sólidos.
- ¿Bella? – preguntó Kevin un tanto preocupado.
- Estoy bien, necesitaba ir al baño. Me siento mejor.
- De acuerdo, ¿te llevo a tu casa? – asentí ante la hermosa propuesta. Necesitaba mi espacio, quizás así podría pensar más claramente y Edward estaría allí.
¡Oh rayos, Edward!, pensé histéricamente. De vez en cuando se me escapaba el hecho de que mi novio era un vampiro con sus sentidos avanzados y con la capacidad de poder leer mentes ajenas. Ya sabría todo, me odiaría. Con toda la razón, después de cómo lo traté, encima pensé en darle un beso a Kevin. A pesar de que el no iba a saber lo que pensaba, no suspiré, debió de haber visto que yo no me alejé cuando me iba a besar, sino que fue Kevin quien no me besó.
El viaje fue sumamente callado, pero no incómodo, intenté depositar mi cabeza lo más cómodamente en el respaldo de el asiento para poder hacerme la dormida hasta llegar a casa. Cuando aquello ocurrió, me bajé lentamente saludando a Kevin con la mano y agradeciéndole. Fui hacia mi casa un tanto mareada aún, pero derecha a pesar de todo.
Claro que me tropecé un par de veces más, si sobria era torpe, de esta manera no podía dejar de serlo. Era una maldita amenaza.
Subí las escaleras suavemente para que Charlie no despertara, salir del cuarto para ver como había llegado y descubrirme en un estado un tanto lastimoso.
Por fin llegué a mi cama, Edward no estaba, de seguro me odiaría con toda su alma, de seguro no me querría ver más. Me estremecí tan solo con pensarlo.
Me recosté en mi cama y me dormí unos segundos más tarde.
- Buen día Bella – dijo aquella voz que yo tanto amaba, aquella voz que creí que nunca más escucharía de una forma tierna y apacible. Me levanté con un dolor de cabeza tremendo. Miré y allí estaba Edward sentado en el borde de mi cama, con un vaso de agua y una pastilla.
A pesar de que quería sonreír ante el gesto, me sentía hipócrita. Él se acercó a mi y me dió la pastilla, luego de tomarla me ofreció el agua.
- ¿Cómo te sientes? – preguntó un tanto distante.
- Bien – sonrió ante mi clara mentira – Edward, yo ayer…
- Shh, no digas nada. Todo está bien. Estabas ebria y enojada.
- No Edward, no puedes ser así, no puedes soportar todo lo que haga – dije esta vez furiosa yo.
- Bella. Nada pasó
- Porque el se alejó – parecía tonta, me estaba perdonando y yo cavaba mi propia tumba, pidiéndole que se enoje conmigo.
- ¿Tu me amas? – preguntó de la nada y mis ojos se abrieron como platos.
- Mas que a nada en el mundo - respondí sin ninguna vacilación.
- Eso es lo que me importa. Estabas enojada, estabas furiosa conmigo y ebria; cualquiera hubiese reaccionado así – no entendía su comprensión, no podía entender como era así.
- ¿Tu lo hubieses hecho? – pregunté triste y desafiante. Me miró un poco preocupado.
- No – dijo mientras miraba mis ojos – pero soy un vampiro Bella, nuestro amor es diferente al que tu puedes llegar a tener. Los humanos no son tan fuertes.
- Pero yo te amo.
- Y yo también. Pero es diferente nuestro amor Bella, quiero que te olvides de lo que paso. Me tengo que ir Bella, Charlie esta por venir hacia aquí y quiero hablar con Carlisle – me besó suavemente los labios y se fue rápidamente.
En ese instante la puerta se abrió, era Charlie.
- Bells, linda fiesta la de anoche – sonrió pícaro y burlón. Refunfuñé por debajo – pensaba irme a pescar, pero ¿quieres que me quede?
- No, no. Ve tranquilo, pienso quedarme durmiendo un poco más y luego leer para la escuela.
- De acuerdo – dijo casi triste por que no le dijera que se quedase conmigo, pero sabía que sus días de pesca eran sagrados. No quería arruinárselos y quería estar con Edward el día de hoy. Cerró la puerta luego de despedirse cariñosamente. Iba a esperar a Edward y hacerle entender que yo lo amaba, que lo que habia pasado no había significado nada; luego comencé a pensar que era lo que tenía que charlar con Carlisle. Algo me sonó sospechoso.
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