Bella
Nada podía salir mal ahora, los tres días habían pasado. Mi cuerpo ya no sentía más dolor. Edward ya no necesitaba decirme cuanto me amaba las 24hs del día sintiéndose mal por lo que había hecho y queriendo volver atrás, aunque ya era demasiado tarde. Carlisle venía de vez en cuando a ver como estaba yo, mis signos vitales y todas esas cosas que ya no necesitaría fijarse nunca más.
Esme no entraba, escuché como Carlisle le susurraba al oído de Edward como era que ella no podría aguantar verme en estas condiciones, ni tampoco Alice, Flami, Jacob y menos que menos mi niña. Las únicas personas que me vieron fueron ellos dos, Rose a quien poco le importaba si salía bien o mal de esto; y Jasper para reportarle detalle por detalle lo que estaba pasando a Alice.
Mi cuerpo estaba tranquilo, ahora podía sentir más allá de mi, podía sentir a mi pesar el corazoncito de mi niña latido por latido, al igual que el de Jake, no tenía ganas de hacer nada, ni de morderlos, ni de comerlos; pero no me aseguraba nada, así que no quería cantar aún victoria.
- Bella, cariño. ¿Cómo te sientes? – preguntó Edward aún asustado y triste. Por alguna razón me costó hablar, luego de un par de segundos mirándolo a la cara, pude notar lo bello que era, pude notar que era más bello de lo que yo creí que era, estos ojos me dejaban ver más allá de todo. Edward era aún mas bello que antes para mis tontos ojos que antes no veían nada.
- Si – murmuré, aunque tenía ganas de saltar y abrazarlo, ahora podíamos tocarnos normalmente, ya no habría miedo de que me matara, ni me lastimara – estoy bien- dije mejorada. Podía sentir como todo volvía en mi, ya podía sentir mi cuerpo, mejor, con más energía, con más ganas de correr por todos lados besando a mis dos amores por siempre.
- ¡Oh! Bella, cuanto lo siento, cuanto siento haberte hecho pasar por esto – se lamentaba Edward.
- Edward, estoy espectacularmente bien. Ya olvidé el dolor, como si nunca hubiese pasado nada. De todas maneras, volvería a pasar todo porque se que voy a estar por siempre contigo y con mi niña. Ya no debemos preocuparnos por los Volturius, ya no soy ningún peligro, a pesar de que sepan de mi niña, eso no es nada prohibido, así que nada deben de hacer por aquí. Todo esta solucionado Edward. - Lo abracé muy fuerte, tanto que creí que lo mataría, Edward se quejó. Lo mire un tanto chistosa.
- Soy mas fuerte que tu. Ahora tendremos que preocuparnos porque yo no te lastime a ti – sonreí quisquillosa mientras el lanzaba aquella sonrisa picara que tanto me gustaba.
- Te amo Bella. Mi Bella.
- Chicos – entró Carlisle un tanto preocupado y ansioso. Claramente no era por mi estado de salud nuevo, algo más estaba pasando.
- Oh dios – dijo Edward. Claramente yo era un vampiro pero no tenía poderes para leer pensamientos.
- ¿Qué pasa? – pregunté aún más ansiosa.
- Kevin está aquí.
- ¿Kevin? ¿Cómo es que Kevin escapó de Tanya y los demás?
- Dice no haber escapado. Dice ya no ser un neófito, a pesar de lo poco que pasó de tiempo. Dice que esta perfectamente y sabía que te convertiríamos.
- ¿Cómo rayos lo sabía?
- No tengo idea. Aún no hemos charlado lo suficiente, me pidió verte Bella.
- De ninguna manera - bramo Edward. Lo mire un tanto enojada.
- ¿De que tienes miedo, ahora soy un vampiro, no podrá oler sangre y querrá devorarme? - ironicé un poco. Me miro aun enojado, pero entendio que tenia razon.
- De acuerdo. - Carlisle y Edward bajaron, mientras me dejaban alli a la espera de mi viejo amigo Kevin. De quien nadie me aseguraba que aun quisiese ser mi amigo despues de todo lo que habia pasado.